La presencia de la ex- pareja
Muchas gracias; te devuelvo tu libertad. Una frase de este tipo sería un cierre magnífico para muchas relaciones de pareja. Pero el camino hacia esa gratitud sin resentimiento suele estar erizado de obstáculos...
El divorcio pone punto y final a una relación de pareja que estaba deteriorada, Independientemente de los motivos por los que se haya llegado a esta decisión y el acuerdo o desacuerdo entre los miembros de la pareja, esta ruptura siempre comporta una pérdida, ya que cierra un proyecto de vida al que se habían dedicado muchas ilusiones y energías. Por ello su final despierta un sinfín de emociones, como pueden ser ira, desprecio, rabia, dolor, frustración...
Precisamente porque el divorcio implica pérdida no se reduce a una simple decisión. Consiste ante todo en un proceso que concluye cuando se ha podido asimilar la separación, elaborar el duelo consiguiente, reducir los sentimientos negativos que se hayan generado e integrar esa parte de la vida que ha quedado atrás, sin rechazarla drásticamente ni tampoco aferrarse a ella.
Las etapas del divorcio
Por regla general, dentro de un proceso de separación o de divorcio pueden destacarse una serie de etapas:
Traumática. Sea una decisión prevista o inesperada, cuando se llega a ella lo que surge primero es un gran dolor, al igual que ante la muerte de un ser querido, que deja a la persona afligida e incapaz de pensar en otra cosa. Todo se ve de color negro es difícil hacer una proyección de futuro clara y serena.
De negación. Pasados los primeros días domina una sensación de incredulidad. Expresiones como no puede ser o parase que esté soñando, acompañan los sentimientos, como si la persona no diese crédito a lo que ha ocurrido.
De conciencia Poco a poco se va tomando conciencia de la nueva realidad, aunque eso no quiere decir que haya más tranquilidad: a menudo es la etapa más compleja porque se aprecia la frustración del proyecto de vida en común, parece la soledad y se perciben plenamente los cambios familiares, sociales y económicos. Todo ello comporta un torbellino de emociones y sentimientos contradictorios que se reflejan en cierta tristeza y temor al futuro. Puede aparecer la culpa por el daño que se les puede causar a los hijos -si los hay- el cuestionamiento personal por los posibles errores, las dudas de si es la mejor decisión... Aunque se difícil, es una etapa normal del proceso, que exige sobreponerse al día a día para seguir avanzando.
De aceptación cuando se logra un apaciguamiento de los sentimientos contradictorios empiezan a prevalecer la lógica y la razón. Es entonces cuando se acepta la nueva realidad y se percibe con más claridad lo ocurrido. Pero algunas personas pueden enemistarse con su ex- pareja por sentir que les ha traicionado o ha frustrado sus expectativas, hasta el extremo de querer perjudicarla o dañarla. Se hace preciso, pues, que ese fantasma deje de dominar las emociones y pensamientos.
De restablecimiento. Es la etapa final del proceso. Cada cosa está en su lugar, se da la importancia que conviene al pasado pero la persona deja de mirar atrás constantemente porque se siente tranquila y capaz de ir adelante. Se ha logrado una reconciliación con la antigua pareja, por lo menos en el interior, y eso reconforta.
Lourdes Mantilla
(Psicóloga clínica)
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