¿Saboreas la vida?
Los sentidos nos permiten disfrutar de los pequeños placeres. Con esta autoevaluación, descubrirás tu predisposición a gozar de ellos.
Los sentidos son las ventanas que nos abren al mundo. Pero ¿utilizas los sentidos por pura necesidad o los disfrutas intensamente, en todo su universo de posibilidades? Para saberlo, te proponemos a continuación que leas las siguientes descripciones de sitauciones cotidianas y te imagines inmerso en ellas.
1.- Vas al mercado y, antes de entrar, el olor de las cámaras laceras tus fosas nasales. Abres la boca para exhalar ese aliento, pero, de repente, un arco iris se abre ante tus ojos: los puestos de fruta de delante invitan a saborear la pulpa jugosa y ahora tu nariz se alegra con los perfumes dulces, picantes y ácidos de las frutas. Sientes que tu boca se humedece más allá, los reflejos plateados del pescado te llaman la atención.
2.- Tienes sueño y te vas a acostar. Ahora recuerdas que hoy has cambiado las sábanas, sientes la emoción de una caricia suave y prevés un cúmulo de microsensaciones agradables. Te metes en la cama, notas cómo la piel de tu cuerpo se adormece al tacto limpio del algodón y te acurrucas: un olor a ropa limpia evoca instantes de ternura y de ensueños.
3.- Llegas a casa antes que nadie. Te dejas caer en el sofá y te relajas: las piernas extendidas, los brazos abiertos sobre el respaldo... En actitud expectante, experimentas la inmensidad del vacío. Unos segundos después ya oyes el motor de la nevera, el crujido de la tubería que se contrae, el ascensor circulando en su cubículo. Te levantas e, indolente, escoges un CD, lo pones y, tarareando la música, empiezas a preparar la cena.
4.- Viertes aceite en la sartén y observas cómo su viscosidad verdosa y densa se trenza al caer. Coges un huevo con suavidad, en tu mano sientes la redondez árida de su cáscara y lo rompes. Oyes el crujido antes de que tus ojos vean el corte. Con cuidado, lo dejas caer en la sartén. Escuchas cómo crepita, observas la clara que blanquea, salpicas aceite sobre la yema: el color cadmio se matiza y vira al rosado. Ya está listo, la boca anticipa el sabor y salivea.
Valoración:
¿Cuál de estas descripciones has sentido más? ¿Has podido recrear las sensaciones en los cuatro casos? Si lo has hecho te puedes asignar un sobresaliente, si solo has vivido una o dos, apruebas. Ninguna: te podrías poner un insuficiente.
A Insuficiente: Debes aprender a disfrutar de las pequeñas cosas que te rodean cada día. Tómate tiempo para saborear la vida. Atrévete a sentir, empieza descubriendo el olor cambiante de tus manos, la geografía de tu piel, el color de tus pupilas... Deja que, alguna vez, tus poros se ericen.
B Sobresaliente: Eres una persona sensual y sensitiva, capaz de vivir inmersa en los palceres de la vida. Pero no te olvides tampoco de los que te rodean y trata de contagiarles tus sensaciones: crea adeptos.
Y no te olvides tampoco de dedicar tiempo a otros empeños porque saber saborear la vida no es suficiente para vivirla.
Rosa Tort
Psicopedagoda
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