Desafiar los dictados del juez


Recuerdo en una sesión de terapia, una mujer que se sentía rechazada por su marido me explicó que lo estaba pasando fatal. cuando le pedí que que explicara mejor, me dijo: "Es que yo me veo a mimisma en la visión que los demás tienen de mí. Ése es mi espejo".
En mayor o menor grado, a todos nos influyen las críticas que nos hacen los demás. Normalmente, somos capaces de procesarlas. Algunas veces, nos estimulan para mejorar y otras, las rechazamos porque no nos aportan nada positivo.
Pero hay situaciones en las que una persona allegada (nuestra pareja, un familiar, un amigo) se sitúa en el papel de juez en nuestra relación. Es estas circunstancias, als críticas pueden convertirse en un elemento que destruya paulatinamente el concepto que tenemos de nosotros mismos, nuestra autoestima.
En una ocasión, leí que la autoestima es al ser psicológico lo que el sistema inmunológico (las defensas del orgsnismo) es al ser físico. Esto quire decir que la autoestima configura las defensas de nuestro estado emocional frente a las agresiones que provienen del exterior. Si nuestra autoestima disminuye, aumenta nuestra vulnerabiliad como personas.
Los juicios de valor repetitivos sobre nuestro aspecto, nuestras actuaciones o nuestra forma de pensar tienen el poder de poner en entredicho el valor que nos damos y, por tanto, erosionan nuestra autoestimo. Esto ocurre porque damos a las palabras del juez más valor que a nuestras propias creencias.
Sólo al darnos cuenta de que los juicios son una visión concreta y relativa, que no tiene por qué coincidir con la nuestra, podremos empezar a ganar confianza.
Saber que nadie tiene el derecho a juzgarnos -que sólo son opiniones personales por muy taxativas que sean y que, y quizás lo más importante, rara vez nos sirven para crecer- nos permitirá empezar a independizarnos emocionalmente del juez.
De la opiniones de los demás sobre ti, valora sólo las que provienen de personas que te aceptan como eres y te entienden. Si no hay aceptación y comprensión, no las hagas tuyas.

Marta Schröder
Psicologa

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