Matrimonio, amor y romanticismo


Una pareja, es decir, un hombre y una mujer, ha sido la forma de convivencia ideal para los humanos durante mucho tiempo. Normalmente era un acuerdo mediante el cual el hombre mantenía a su hembra preferida y, si se lo pedía permitir, a otras cuantas hembras junto con algunos que otros encuentros esporádicos.

El matrimonio moderno fue una invención de los ideales judeocristianos y tenía un claro propósito: mantener su religión. Al convencer a dos adultos para que se comprometan a seguir unas normas de obediencia a Dios, la descendencia del matrimonio automáticamente crecerá en la religión de los padres. Sin embargo, cualquier actividad humana que esté envuelta en elaborados rituales y declaraciones públicas suele ser contraria a la biología humana y no tiene otro propósito que intentar que dos personas hagan algo que no harían de forma natural. Los pájaros de color anaranjado no necesitan una gran ceremonia para casarse ya que su estado biológico natural. Insistir en que animales polígamos, como el carnero, contraigan matrimonio es igual de ridículo. Con esto no queremos decir que el matrimonio no tenga sentido en la sociedad moderna, puesto que nosotros, los autores, estamos casados, sino que queremos expresar la necesidad de entender el origen, la historia y lar elación del ser humano con la biología.

El matrimonio también tiene su lado bueno.
Le enseña a ser leal, paciente, tolerante, a saber dominar y a manifestar otras muchas y valiosas cualidades que ni necesitaría si siguiese soltero.

De ser así, ¿Qué ventajas tiene el matrimonio para un hombre? En términos evolucionistas ninguna. El hombre es como un gallo que tiene la necesidad de diseminar su semilla genética cuanto más lejos y a menudo posible. A pesar de todo, la mayoría de los hombres contraen matrimonio, después se divorcian, se vuelven a casar o viven en estado de convivencia en pareja. Este hecho demuestra la notable habilidad de la sociedad para restringir la necesidad biológica de promiscuidad en los hombres.

El sexo es el precio que las mujeres pagan a cambio de matrimonio.
El matrimonio es el precio que los hombres pagan a cambio de sexo.

Ante la pregunta ¿Qué le aporta usted personalmente el matrimonio?, La mayoría de los hombres dirían entre dientes tener un hogar, que les cocinen y les planchen la ropa. Resumiendo, el hombre quiere que su mujer sea una especia de cruce entre su madre y una sirvienta. El famoso psicoanalista Sigmund Freud afirmó que este tipo de hombres seguramente tienen una relación madre-hijo con su pareja. Sólo el 22 por ciento de los hombres mencionó que lo mejor del matrimonio es que su pareja es su mejor amigo. Normalmente el mejor amigo de un hombre es otro hombre porque puede entender perfectamente su forma de pensar. Cuando preguntamos a las mujeres: ¿Quién es su mejor amigo/a? El 86 % respondió que otra mujer. En otras palabras, alguien con una estructura cerebral similar.
Cuando los hombres pasean hasta llegar al altar, seguramente piensan que se trata del principio de una cadena interminable de sexo, pero estas expectativas, nunca discutidas antes del matrimonio, parecen no ser compartidas con la mujer. Aún así, las encuestas revelan que los hombres casados mantienen más relaciones sexuales que los solteros, ya que los casados que contaban de entre 25 o 50 años, mantenían una media de tres actos sexuales a la semana y sólo la mitad de los solteros alcanzaba dicha cantidad. La media de actos del hombre soltero era menor a una vez a la semana. En 1997 en Australia el 21 por ciento de los solteros no habían mantenido ninguna relación durante ese año y el tres por ciento de los casados se encontraba en la misma situación. Como ya hemos expuesto en capítulos anteriores, el sexo es muy beneficioso para la salud. También se ha comprobado que los hombres solteros o viudos tienen un índice de mortalidad más prematuro que los hombres casados..

¿Por qué los hombres no escuchan y las mujeres noi entienden los mapas?
Allan y Barbara Pease

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