Deshacer el nudo emocional
La culpa siempre se traduce en inacción, no solo porque, con ella, no se hace o ya no se puede hacer nada respecto al asunto que la provoca, sino porque tampoco se analiza más profundamente la situación. El movimiento y el pensamiento se bloquean con la conocida frase de Es que me siento culpable" y ahí se acabo todo.
No obstante, deberíamos dinamizar este sentimiento, analizándolo. En primer lugar, aparece la diferencia entre aquello que nuestra mente nos pide constantemente -que es ser perfectos, llegar a todas partes, complacer a todo el mundo- y nuestros límites reales., que son más bien lo contrario -ni somos perfectos, ni omnipresentes, ni mucho menos podemos satisfacer a todos. Sin embargo esto no suele surtir efecto. La respuesta que siempre tiene preparada la persona que se culpabiliza es "Tendría que haber sabido!!.
En realidad, el nudo central tiene dos hilos más: uno es saber si lo que hemos o no hemos hecho se debe a algún tipo de agresividad encubierta. Algo así como "Yo siempre ayudando y a mí nadie me ayuda" Esto, evidentemente, nos pone en contacto con aspectos de nosotros mismo que no nos gustan. Los adjetivos egoísta, comodón o narcisista solemos aplicarlos solo a los demás. Pero esto no nos pasa con ni con todo. Lo que nos conduce al tercer hilo.
Este hilo es complejo y queda oculto bajo los anteriores; tiene que ver con nuestros valores y deseos más íntimos. Si a alguien, por ejemplo, le apasiona buscar cosas nuevas, no tolerará la monotonía ni a las personas que no sean como él. Saber eso puede que lo ponga en conflicto con su ideal de perfección, pero le permitirá discriminar las condiciones, asumirlo y no confundir su malestar con otros sentimientos. Así, podrá actuar y no quedarse en el lamento.
María José Muñoz
Mente Sana
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