La intención I


Cuándo comienza un nuevo año, muchas personas renuevan una serie de propósitos que, normalmente, quedarán rezagados y olvidados, en algún rincón de su mente.. "después, ahora estoy con mucho trabajo..Si lo quiero hacer pero no tengo tiempo.."
Y así pueden pasar los años y la vida entera, persiguiendo un sueño que a penas llega a concretarse. Sin embargo, algunas personas parecen escapar a esa ley del me gustaría, pero.. Todo les sale bien. En ellas el quiero se transforma en puedo al que acompañan acciones internas y externas que siguen la via de la intención, día a día, para hacer realidad sus proyectos.
¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué la vida parace sonreir a unos mientras otros se pierden en el desánimo y se sienten estancados con la imposibilidad de realizar sus sueños?
La tipologia que estableció el psicoanalista Otto Rank (1884-1939) nos da la pista para comprender el porqué de este funcionamiento inadecuado en la realización de la intención. Según él, existen tres tipos humanos básicos: los normales, que aceptan la voluntad mayoritaria ya sea familiar, religiosa o social; los neuróticos, que ni se identifican con la norma mayoritaria ni se sienten capaces de soportar el aislamiento, puesto que eso implica el abandono de cualquier lazo de pertenencia a un grupo; y los artistas creadores, que se afirman en autonomía centrados en la aventura que viven, sin reprochar nada a nadie y sin miedo a sobrepasar los límites impuestos, poniendo su percepción y su acción al servicio de su propia intención.
Jung y muchos otros después de él han afirmado que cualquiier proceso de creación supone una liberación de las potencialidades hasta entonces inconscientes, pero que una gran cantidad de elementos, inconscientes frena también cualquier proceso creativo humano.
La experiencia demuestra que cada ser humano puede crear en determinadas áreas, sintiéndose incapaz de hacerlo en otras. En diferente proporción, cada individuo engloba los tres tipos de Rank, y la eficacia de su fuerza creadora dependerá de la elección: seguir protegiéndose del caos, bien resguardado en el papel que se le ha asignado; no exisitir en cierto sentido, oscilando entre lo que se exige de él y su deseo auténtico; o afrontar con independencia los riesgos de la vida, como el surfista que se alegra de la ola que se aproxima, ya que va a permitirle aprender y desarrollar capacidades que hasta ese momento sólo presentía.
Sin duda los tres tipos humanos cumplen una función en la sociedad, pues reflejan tres de sus grandes pilares: el orden, la duda y el cambio, pero en nuestra búsqueda del poder de la intención nos interesa sobre todo el tercero.

La responsabilidad de la propia vida
Existen algunas pautas que, sea cual sea la intención, facilitan su realización. La primera es que somos responsables de nuestras decisiones y de nuestros actos.
Si pensamos en nuestra vida, vemos que, en muchos momentos, hemos tomado diferentes decisiones, aunque a veces, la decisión fuera simplemente amoldarnos a las circunstancias. Podemos decirnos que estuvimos obligados a hacer esto o aquello, pero la realidad es que nosotros hemos decidido qué hacer y cómo. Nadie lo ha hecho en nuestro lugar.. Nadie se ha casado por nosotros ni ha tenido hijos en nuestro lugar, nadie ha realizado nuestro trabajo, nadie nos ha obligado a experimentar un sentimiento u otro...Nosotros hemos elegido nuestra actitud ante diferentes circunstancias y hechos de nuestra vida.
El surfista anterior o el bailarín no se detienen en conjeturas ni se dedican a dar argumentos sobre sí lo que consiguen o no es un fracaso o un logro suyo, de los demás o de los dioses. Vuelven a intentar los pasos de su danza una y otra vez, fluyendo y creciendo con la experiencia. Une su acto a su intención en un único propósito.
Actuar o no con la música de su vida nos habla de nuestro poder individual. Reconocer esta segunda pauta es un primer paso que nos libera del peso del "no puedo" sinónimo de "no quiero" o de "prefiero someterme a otras reglas que no son las mias"

Creencias que limitan
A menudo reaccionamos según una creencia, es decir, según lo que pensamos que son nuestros límites conscientes o incosncientes, frenando así nuestro impulso inicial. Lo que hemos oído y creído de nosotros a través de otros "la vida es una carga! " no soy digno de amor" "nada podrá cambiar mi destino" hace que decidamos y actuemos en función de un pasado que se recrea continuamente en el presente. Es como si vivieramos en función de la vida y los pensamientos de otras personas. Esto otorga un sentido de pertenencia y, aunque cause sufrimiento, nos mantiene atados a una cuerda que tira de nosotros, simplemente por inercia, sin plantearnos si se trata verdaderamente de nuestro camino. Preferir esa seguridad relativa evita los riesgos de una decisión personal y única.
En múltiples ocasiones, es la voz de la familia o del grupo social al que pertenecemos la que habla por nosotros. Muchas personas eligen su profesión de acuerdo con las expectativas familiares, o bien optan por seguir el modo existencial del padre o la madre, cuyos juicios de valor actúan como profecías que acaban cumpliéndose: serás un fracasado.. eres un orgulloso, un torpe, un inútil.. nadie te querrá.

Richard Grandisson- Patricia Sánchez

2 comentarios:

Jobove - Reus dijo...

un blog molt interesant, gràcies per mostrarlo

una salutació des de Reus

AnnaMArnau dijo...

Moltes gràcies
Benvingut/da
Anna M