¡Basta ya!



Ya no puede haber más dilaciones, ya no puede hacer más excusas, salvo que nuestra autoestima haya caído de forma tan estrepitosa que no nos importa si nuestros cuerpos físico y emocional se dañan irreversiblemente.
Yo quiero imaginar que no es ésta tu forma de pensar y que mantienes intacto tu instinto de conservación, que te llevará a defenderte frente a la agresión o frente a cualquier otro género de violencia.


Claro que existen atajos que muchas personas utilizan para no ver sus problemas con la claridad mediana que éstos se merecen, volcándose, entonces en todo tipo de adicciones que distraen su atención, postergando de forma indefinida el enfrentarse a su realidad y tomar el mando de sus sentimientos.
Si no logramos comunicar lo que sentimos y en cambio vamos acumulando enfado, rencor y sentimientos de fracaso es muy probable que en determinado momento esta pesada carga que nos acompaña día y noche termine desbordándose y haciéndonos perder el control de nuestros actos, induciéndonos a conductas que no encajan con nuestro modo habitual de ser.

Contar hasta diez es sabio
Una estrategia adecuada será no responder en los momentos en que la ira gana nuestra mente, sino esperar a que los ánimos se aplaquen para luego, con nuestras mejores habilidades para comunicar y negociar aspectos en los que nos sentimos avasallados.
La vida con un manipulador es, sin duda, muy difícil de sobrellevar. Pero diversos motivos, que van desde el estatus social hasta el temor al abandono, desde la inseguridad económica hasta el tratar de mantener la familia supuestamente bien organizada, hacen que neguemos aquello que estamos sintiendo,
Buscamos todo tipo de subterfugios para convencernos de que lo que vivimos no es bueno, pero tampoco es malo como para tomar medidas de forma urgente.
Este abandono de nuestra responsabilidad para con nosotros mismos hace que tengamos que vivir una vida simulada, en la que la sonrisa es forzada y donde nos comprometemos a compartir un mundo exterior en el que nadie se entere ni por asomo de lo que podemos estar viviendo.
Como mecanismos de defensa quizá sirva durante un tiempo, pero el desgaste emocional que ello conlleva termina destruyéndonos totalmente.
Pregúntate una y otra vez si esto es lo que quieres para tu vida, y si no es así, pues sigamos buscando las causas de la aceptación de condiciones existenciales que no reflejan en lo más mínimo nuestras más preciadas aspiraciones.
Todos tenemos derecho al bienestar, y todos tenemos también el compromiso de expresar con claridad lo que sentimos.. Por bien que nos conozcan quienes se están aprovechando de nuestras debilidades, eso no nos quita la la responsabilidad de gritar con viva voz nuestra disconformidad con la manipulación de la que somos objeto por parte de quien o de quienes intentan permanentemente ejercer la violencia en nuestra vida.

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