Callarse es un error



Si hasta el presente no hemos sabido advertir a quien nos hace sufrir del daño que nos está causando, a partir de ahora no nos callaremos más, y frente a cada agresión o a cada desprecio que podamos recibir, nos defenderemos con altura, con hidalguía y con entereza.

Verás como no sólo tu cuerpo emocional mejora significativamente, sino que también tu cuerpo físico recobrará energía vital imprescindible para su funcionamiento armónico.
Aceptar que las emociones negativas forman una parte inseparable de nuestra aventura de vivir es también un signo de madurez, y el aprender a manejarlas, una señal de crecimiento personal.
Si la comunicación hace tiempo que está fracasando porque no encontramos la manera de hacer llegar nuestros mensajes de forma adecuada, o por lo contrario el destinatario de los mismos no está dispuesto a escucharnos, los sentimientos que ese distanciamiento genera se vinculan a una amenaza real para nuestra estabilidad.
Pero aunque al principio pueda parecer que esto es muy grave, que en realidad sí lo es, también es un sentimiento liberador en la medida que ahora sabemos a lo que nos tenemos que enfrentar, y no seguiremos deambulando sin rumbo por la vida. Lamentándonos por nuestra mala suerte y por las erróneas elecciones que pudimos haber hecho en el pasado.
Es el tiempo de tomar decisiones para no hacernos reproches después por haber perdido la oportunidad de recuperar nuestra autoestima, nuestra libertad y nuestro derecho a ser considerados como seres humanos con las mismas atribuciones y obligaciones que cualquier persona.
Objetivo fundamental de quién nos manipula es hacernos perder el sentido de la vida, logrando que ésta no tenga ningún propósito para nosotros y de ese modo acabaremos creyendo que la verdad proviene solamente de la visión del mundo y de la existencia que él o ellos sostienen.
Vamos perdiendo todo derecho a manejar conceptos diferentes, so pena de que se descargue sobre nosotros todo tipo de agresión, desde la verbal hasta la física, pasando por la psicológica, amedrentándonos hasta el punto de renunciar a pensar para no ser castigados.
Esta descripción, que parece contener un concepto muy negativo de ls relaciones humanas, no es otra cosa que la cruda realidad de lo que se da con extremada frecuencia en todos los ámbitos de las interacción social entre los individuos.
Mejorar la comunicación no sólo está basado en adoptar ciertas técnicas, como hemos visto, sino en asumir también los derechos que o asisten de ser escuchados empaticamente, es decir, en el marco de referencia de aquello que pensamos y sentimos, aunque sea totalmente diferente a lo que piensa o siente nuestro interlocutor.
Yo en el ramo final de este capítulo, tomémonos un tiempo para mirar hacia nuestro interior. Es posible que si estás muy alterado por lo que estas viviendo, no te resulte fácil adoptar esa postura de mirar al interior de tu propia persona para poder reconocer los pensamientos y los sentimientos que pugnan por ser expresados con vehemencia y, probablemente también con cierta violencia.
Pero es fundamental determinar qué tipo de emociones nos dominan cuando nos disponemos a iniciar una conversación con nuestra realidad, café mediante porque ello acomodará las piezas correctamente en el tablero de nuestra vida.
Si las emociones predominantes, así como los pensamientos, son extremadamente negativos, no es el mejor momento de tomar decisiones importantes, porque volcaremos en ellas, no lo mejor de nuestra persona, sino todo lo contario, dotándolas de un contenido que de ningún modo nos ha de favorecer, sino que aumentará aún más las distancias con nuestros interlocutores.
Eso no significa que abandonemos el diálogo con nosotros mismos por haber detectado pensamientos y emociones negativos, Lo que debemos hacer es ser protagonistas reales de nuestros sentimientos, aun pagando el precio de sentirnos mal con ellos. Pero hay una realidad, y es que cuando aceptamos lo que estamos sintiendo estamos creando las bases que nos llevarán a construir nuestro bienestar.
No es que nos regocijemos con lo que sentimos pero lo cierto es que cuando más conscientes seamos de lo que estamos afrontando o. que tenderemos que afrontar, mayor será la compresión de nuestros sentimientos, no quedando entonces espacio para una autocrítica destructiva que nos haga aparecer como los agresores cuando en realidad somos las victimas del maltrato del que nos hacen objeto continuamente.
Cuando hayamos logrado mirarnos en el espejo del alma y podamos deducir por qué se ha generado en nuestro interior la imperiosa necesidad de un cambio radical en nuestra manera de vivir la vida, también podremos identificar cada una de las actitudes que hemos ido tomando a lo largo de los últimos años.
Este reconocimiento de la realidad no debe llevar implícito un juicio de valor, simplemente, en esta etapa estamos reconociendo lo que sentimos y por qué lo hemos sentido. Es un avance hacia la madurez el conocerse en profundidad y estar en condiciones de saber qué cosas hemos de cambiar y qué cosas deberán quedarse en el lugar donde estuvieron siempre.

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