La escuela emocional
Para los niños pequeños, reconocer y expresar las emociones es también un aprendizaje. Los padres podemos ayudarles a verbalizarlas.
Antes que el sentimiento, aparece la emoción y, antes de que tenga lugar la emoción. Aparecen las sensaciones corporales. Nuestros hijos, ya desde el inicio de su vida, experimentan sensaciones. Y cuando los padres ponemos a esa voz sensaciones y emociones que observamos en nuestros hijos y las verbalizamos les estamos ayudando a que puedan asociarlas a sentimientos,
Así, cuando un bebé agita sus brazos y sus piernas mientras nos mira y nos sonríe, podemos decirle: Que alegre que estás hoy” Con los niños más mayores, podemos hacer algo similar. Si, por ejemplo, nuestro hijo está gritando moviéndose de un lado para otro, le podemos decir: pareces enfadado, ¿qué te ocurre? ¿Qué necesitas? De hecho, muchos de los llantos de los niños no son más que la expresión de un deseo de comunicación y de presencia de los padres, y no tanto la exteriorización de una necesidad física.
Los adultos como modelo
A través de la comunicación de nuestros propios sentimientos, los adultos también podemos enseñar a los niños a expresar sus propios sentimientos. Es así como les ofrecemos nuestro apoyo para que exterioricen sus sentimientos y necesidades.
Las emociones vividas y experimentadas adquieren sentido en una relación. Es por ello por lo que es tan importante que aceptemos sin juzgar todas las emociones de los niños y que les enseñemos a expresarlas y a gestionarlas de una manera positiva y saludable.
Toña Sala
Psicóloga y Terapeuta Gestáltica
Mente Sana
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario