
Los niños pueden ser maltratados de muchas formas: mediante el abandono patente o sutil, o bien a través de diversas formas de abuso físico, emocional y sexual, las cuales dañan tanto al cuerpo como a la mente. Cada episodio de negligencia o de abuso deja marcas que tienen un profundo impacto en el desarrollo posterior del niño. En esta sección vamos a examinar el abuso físico y sexual.
El maltrato físico puede ser realizado por una mujer embarazada que abusa de la drogas, el tabaco, el alcohol u otras sustancias que dañarán al feto. O puede ser infligido por un padre que golpea a sus hijos con ira descontrolada por cosas sin importancia. También puede tomar la forma de abandono, ignorando las enfermedades del niño, sus lesiones, sus necesidades alimenticias, el cuidado de su ropa, la asistencia médica, su derecho a una vivienda adecuada, sus horas de sueño y su necesidad de protección frente al peligro.
Algunos padres no sólo son incapaces de satisfacer las necesidades físicas y emocionales de sus hijos, sino que son un fracaso a la hora de protegerlos del acoso de otros miembros de la familia que pueden estar abusando de ellos de un modo sistemático. O incluso puede que sean coautores del maltrato y del abuso.
Todo maltrato a menores es una cuestión de poder. Es el síndrome del matón que se siente superior ante alguien menor, más débil y vulnerable. Sin tomar en consideración el daño, el perjuicio y los efectos que a la larga sufrirá la victima. Cada vez que un adulto maltrata a un niño causándole lesiones, ignorando sus necesidades físicas y emocionales o utilizándole para sus propios propósitos egoístas, se genera en el niño un sufrimiento que se prolongará durante muchos años, con la sensación de ser un inadaptado, de ser inferior a los demás, sentirse avergonzado, culpable y confuso.
El dolor de este tipo de infancia trágica no termina al abandonar la casa paterna. Las heridas saldrán a la superficie en sus relaciones de adulto, una vez y otra, hasta que sean superadas y curadas.
La forma más común de malos tratos se produce entre los padres y sus propios hijos. Al educarlos, los padres reaccionan a la tensión o ante ciertas conductas adoptando la misma forma de actuar que se utilizó con ellos cuando a su vez eran niños. Así, el ciclo del maltrato continúa transmitiéndose de generación en generación hasta que finalmente alguien lo detiene. Esto generalmente necesita de la psicoterapia. Es demasiado difícil hacerlo solo. Se precisa más fuerza y más coraje para pedir ayuda que para seguir negando el problema, siendo infeliz, haciendo daño a otros y sintiéndonos dolidos interiormente. Si esto es lo que está sucediendo en tu vida, busca ayuda inmediatamente
No hay comentarios:
Publicar un comentario