El desafío de contener a los adolescentes




El dilema de cómo ayudar a los hijos a vivir la adolescencia y a incorporarse a la vida adulta sigue estando abierto para la mayoría de los padres. El ritmo acelerado de los cambios y la incertidumbre sobre futuro están en la base de las dificultades de la cuestión. Si bien siempre se dijo que la adolescencia es una etapa difícil, los jóvenes de nuestros días tienen el camino aún más escabroso por las características de la época. Es necesario que reflexiones sobre cómo acompañarlos en esta encrucijada.

Habitualmente, nos referimos al actual estado de cosas en el mundo con expresiones como “ hay crisis de valores..” estamos en una era de cambios profundos que se acelerarán cada vez más...” o “ ya no hay certezas a las cuales aferrarse...” Lo que no es tan frecuente es que nos preguntemos con efectividad práctica qué hacer con todo esto en nuestras vidas cotidianas y, entre otras cuestiones, cómo ayudar a los adolescentes en un mundo que nos enfrenta a situaciones con las que no tenemos experiencia previa, ni como personas ni como cultura.
El cambio implica hacer frente al no saber y aceptar que vivimos nuevas contingencias antes las que necesitamos inventar caminos originales. Los adolescentes se están haciendo adultos en una realidad que los acoge con estos desafíos, pero, también, con horizontes que posibilitan novedades ricas y que los entusiasmen. Ante esa perspectiva, es fundamental “estar abiertos” y abrir el abanico de respuestas posibles desde las cuales vivir. Esto es lo que necesitan que los ayudemos a construir como actitud y potencia en ellos, y es lo que los adultos necesitamos pensar cómo hacer.

Lo único seguro es el cambio
Un primer paso es comprender la diferencia con el estado del mundo en que nos criamos los adultos actuales. Nacimos en una época en que nuestros padres aún observan las situaciones de la vida a partir de creencias y valores que suponían inmutables. Se pensaba que las cosas serían siempre así y que, en adelante, solo habría progreso, es decir, más de los mismo. Fuimos educados en función de verdades y pautas de conducta que se creían aptas para afirmar el buen vivir en cualquier tiempo futuro. En este punto, se arraiga la diferencia principal entre “ el mundo del progreso! Que nos vio nacer y “el mundo del cambio” que recibe a los adolescentes de hoy.
En la actualidad, las elecciones diferentes antes situaciones similares no necesariamente implican que una de ellas sea buena y la otra mala, una correcta y la otra equivocada: con frecuencia ambas elecciones son posibles. En un mundo menos rígido y más abierto, hay cada vez más lugar para elegir y menos espacio interior para aceptar calladamente las homogeneidades impuestas. La cuestión es cómo cabalgamos y enseñamos a cabalgar esta crisis del mundo en que nacimos. Hoy, nos encontramos en un mundo en que el sentido que daba forma a lo conocido y validado ha perdido fuerza, y la realidad se abre a otras formas de ser de las cosas y de la vida, distintas de las que hasta aquí se presentan como las únicas posibles.
Creo que es preciso pensar todas las cuestiones de la vida teniendo como trasfondo estos términos.
Incluso, aquellas que conllevan una patente sensación de amenaza, como, por ejemplo, el tema de la droga. Esta no es más que un peligroso paliativo para sobrevivir en medio del caos y de una vida sin sentido, y conduce a ser cada vez más frágil y dependiente. Es la crisis de sentido lo que hace que la vida avance, no la droga lo que crea sinsentido. Con esto, estoy diciendo que, aún esa problemática, debemos abordarla en relación con otra cuestión fundamental: la de cómo fortalecer la capacidad de los chicos para generar sentido de vivir y para encontrar en sí mismos la fuerza y la lucidez que les permita resolver las distintas situaciones que la vida les presente.


Leopoldo Kohon
Filósofo práctico

2 comentarios:

Uxue dijo...

Muy interesante Anna,desde luego la adolescencia de los niños de hoy poco tiene que ver con la que vivímos nosotros, todo está muy cambiado,van acelerados! :)

AnnaMArnau dijo...

Todo cambia son ams despiertos, dejan de sser niños antes, pierden la inociencia y cuando te das cuenta ya son adultos, vivimos tan deprisa.
Te acuerdas cuando eras peque jugando por las calles se pasaban las horas volando, constuyendo cabañas, luchando con los de la calle vecina...
Ahora todo lo hacen con los dedos y la cabeza.
Todo se mueve mucho