Háblame de lo que es ser mujer


Háblame de lo que es ser mujer -dice una mujer de treinta y cinco años- Yo vivo dentro de un cuerpo que pesa casi cien kilos y no me siento en absoluto femenina. Sé lo que se siente siendo madre, me gusta estar con niños, y con mis pacientes, pero no me identifico con la imagen de mujer sexual. Mís padres siempre me decían que no llegara a casa embarazada, y creo que yo debia pensar que si hacia el amor me quedaba embarazada, no me dejarían volver a casa. Así que aunque parezca extraño, empece a engordar para protegerme. Recuerdo estar en el baile del colegio a los catorce años y se me acerco el chico mas solicitado de la clase para sacarme a bailar. Me daba tanto miedo dejarme tocar por el, que le dije que era demasiado bajo. Justo despues de eso empecé a comer.

A muchas mujeres les cuesta tanto vivir dentro de un cuerpo femenino, que abusan de él con comida, alcohol, drogas, exceso de trabajo o de ejercicio, para exorcisar el malestar de ser mujer. Si una hija se identifica con los hombres para agradar a su padre, pone énfasis en el desarrollo de su mente y de su intelecto y rechaza su cuerpo femenino. Olvida como escuchar sus deseos y necesidades. El cuerpo es inteligente: sabe cuando tiene hambre y sed, cuando necesita descanso, cuando quiere hacer ejercicio, cuando quiere sexo, cuando no lo quiere, y cuando esta desequilibrado. Muchas de nosotras sin embargo hemos sido enseñadas a pasar por alto la comunicación con nuestros cuerpos.

Si la madre de una mujer no se identificaba con su cuerpo como mujer, o si hacía comentarios denigrantes sobre su cuerpo o su sexualidad, o la de otras mujeres, probablemente no podía apreciar y amar el cuerpo femenino de su hija. O también puede que sintiera envidia de la juventud y del atractivo de la hija. Muchas niñas perciben este miedo de sus madres hacia ellas como signo de rivalidad en captar la atención del padre.

A veces también el padre puede sentirse incómodo al ver florecer la sexualidad de su hija y pase cada vez menos tiempo con ella. Antes de desagradar a sus padres puede que la hija se cierre a su sexualidad y rechace su cuerpo. Las mujeres acceden a su espiritualidad a traves del movimiento y del despertar del cuerpo, así que una negación del cuerpo inhíbe el desarrollo espiritual de la mujer.

La adicción a la perfección

Por un temor innato a la "inferioridad femenina", muchas mujeres se vuelven adictas a la perfección y trabajan de más para sobrecompensar el hecho de ser diferentes a los hombres.

Algunas mujeres se enorgullecen de aprender a pensar como los hombres, de competir con ellos y de vencerles en su propio juego. Estas mujeres hacen esfuerzos heróicos, pero muchas se quedan con una punzante sensación de que hagan lo que hagan no es . Habiendo crecido en un ambiente familiar católico a menudo me pregunto si el sentimiento de carencia por parte de la mujer, procederá del hecho de "no haber sido creadas a imagen y semejanza de Dios" (los dibujos referentes a Dios siempre son la imagen de un hombre). La experiencia que muchas jovenes tienen de sus padres es la misma que tienen con Dios Padre: amadas pero apartadas, incluso temidas, por tener organos genitales diferentes.

Nancy es una mujer de poco mas de cuarenta años que ha empezado a estudiar derecho. Cuando hace sus ejercicios practicos para la facultad, se da cuenta de que derrocha una gran cantidad de tiempo y energía intentando realizar cada tarea a la perfección. Hace mucho más esfuerzo de lo necesario y por ello nunca tiene suficiente tiempo y entrega los ejercicios fuera de plazo, hecho que se refleja en sus calificaciones. Nancy no carece de inteligencia para hacer estos trabajos, simplemente hace de más.

Cuando le pregunto para quién escribe sus respuestas perfectas, me responde: "Para papá". Me habla de un diálogo que tenía con su padre cuando era pequeña y que le viene repetídamente a la memoria. Él la trataba como un varón por ser la primogénita: "Bueno, me hubiera gustado que hubieras sido niño, pero ya que no lo eres, ¿cuanto es nueve por nueve?"

Yo siempre tenía la respuesta correcta para cualquier pregunta que me hiciera - recuerda Nancy-. Memorizaba los resultados deportivos, las palabras más largas del diccionario, y la capital de cada Estado, de manera que nunca que me pillaría desprevenida. Era excelente para mi memoria, pero no tenia ni idea de lo que significaba ser una niña. Sólo sabía que algo no debía funcionar bien en mí, ya que yo no era un niño y tenía que hacer para compensarlo.


Nancy se definió conforme al ideal que su padre tenía de lo que era una mujer. Ya que no tenía los atributos físicos para ser un niño, lo mejor que podía ser era ser lista y hacer las cosas perfectamente. Su propio padre lo decía de esta manera: "Sino puedes hacer algo bien no lo empieces", frase que yo interioricé como la orden de no iniciar nada que no puediera hacer a la perfección.

Maurren Murdock
Ser mujer, un viaje heroico

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