Maltrato infantil
El abuso hacia los niños, es un fenómeno milenario, pero sólo recientemente ha recibido una definición y un nombre. Es un nuevo término para un viejo problema.
A partir de su definición como problema social, se ha generado una creciente demanda de legislación para proteger al niño, como también programas de entrenamiento para profesionales y de tratamiento para perpetradores y víctimas.
El factor común que subyace en todas las formas de maltrato, es el abuso de poder o autoridad. El abuso ocurre cuando una persona más fuerte o poderosa (padres – adultos) aprovecha la ventaja que tiene sobre otro menos fuerte o poderosos (niño).
El maltrato infantil, es un problema muy complejo, ya que algunas formas de abuso son más difíciles de detectar que otras.
Por ejemplo, el descuido o negligencia (ya sea físico o psicológico) o las diversas formas de abuso emocional, muchas veces no resultan fáciles de tipificar y detectar.
Los investigadores del tema aceptan una definición amplia de maltrato hacia los niños, que incluye conductas tales como dañarlos físicamente, no brindarles los cuidados apropiados o privarlos de afecto. El grado puede variar desde humillarlos con frecuencia hasta negarles el alimento; desde el zamarreo hasta la violación.
Ninguna definición parcial abarca la compleja realidad del maltrato infantil; junto al abuso físico y el abandono o negligencia, se ubican el abuso sexual y emocional.
El abuso físico
El abuso físico es cualquier acción, no accidental, por parte de los padres o cuidadores que provoque daño físico o enfermedad en el niño. Puede incluir hematomas, cortaduras, quemaduras, fracturas y/o lesiones internas. Puede ser el resultado de uno o dos incidentes relativamente aislados, o bien constituir una situación crónica de abuso. Los signos de abuso físico en un niño pueden ser algunos de los siguientes:
- Hematomas y contusiones inexplicables.
- Un cierto número de cicatrices.
- Marcas de quemaduras
- Fracturas inexplicables o antiguas fracturas ya soldadas
- Marcas de mordeduras de la medida de un adulto.
Éstos son sólo algunos de los signos más evidentes, pero existen otros menos visibles.
El abuso físico de los niños, no es un fenómeno que se asocie a determinados sectores, sino que se manifiesta en todos los grupos étnicos, religiosos, económicos y culturales.
No hay un único motivo, sino más bien una combinación de condiciones y factores determinantes, que permite explicar el maltrato hacia el niño. Dichos factores varían ampliamente de un individuo a otro y ninguno, por sí mismo, puede identificar a un abusador potencial. Las condiciones que predisponen incluyen una historia de abuso en la familia de origen, sentimientos de inferioridad y baja autoestima, necesidad de control sobre el entorno, etcétera. Los factores precipitantes pueden adoptar prácticamente cualquier forma que sea percibida por el adulto como amenaza a su control sobre la situación. A menudo las crisis tienen que ver con situaciones familiares, pero también se pueden relacionar con contrariedades laborales o económicas, frustraciones o desilusiones, etcétera, que refuercen el ataque a la autoestima.
Muchas veces, el maltrato es la consecuencia de un déficit en la comprensión, por parte del adulto, de las reales posibilidades evolutivas del niño. Los padres o cuidadores pueden tener expectativas irreales respecto del niño y, por lo tanto, cualquier conducta normal para la edad puede convertirse en irritativa y desencadenante de maltrato.
Los niños que han sido maltratados necesitan ayuda par ano repetir el esquema de abuso con otras personas. Si no reciben ayuda adecuada para aprender a resolver de otro modo sus problemas, pueden convertirse ellos mismos en adultos abusadores.
El abuso sexual
De todas las formas de abuso, tal vez la más difícil de aceptar y reconocer sea el abuso sexual hacia los niños. Sólo recientemente, las investigaciones realizadas muestran que una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños serán sexualmente abusados antes de llegar a los 16 años. En más del 90% de los casos el abusador, será masculino y en más del 80% de los casos será una persona conocida por el niño.
Este tipo de abuso puede definirse como “contactos o interacciones entre un menor y un adulto, en los que el menor está siendo usado para la gratificación sexual del adulto”. Puede incluir una serie de actividades: desde la exposición de los genitales por parte del adulto, hasta la violación del menor.
El abuso sexual intrafamiliar, ocurre cuando el abusador es parte de la familia (padre, padrastro, hermano mayor, tío, abuelo u otro familiar).
El abuso sexual extra-familiar por lo común es perpetrado por alguien que el niño conoce: un vecino, un profesor, un profesional, etcétera.
Una forma particular del abuso sexual, es el incesto. El incesto está definido por la ley como el acto sexual entre familiares de sangre tales como padre – hija, hermano – hermana, madre – hijo.
Un alto porcentaje de niñas son víctimas de abuso sexual intrafamiliar a través del incesto padre – hija. La edad en que más frecuente se produce, es alrededor de la pubertad, y un padre puede continuar manteniendo relaciones sexuales con una o más hijas a lo largo de varios años. Muchas veces, el incesto no se revela hasta que la hija se va del hogar. Cuanto más cercana sea la relación entre el adulto y el niño, mayor será el daño potencial, ya que el abuso sexual intrafamiliar ocasiona a la víctima, importantes daños psicológicos.
Los signos de abuso sexual en niños o adolescentes pueden ser:
- Llanto fácil, por poco o ningún motivo aparente.
- Cambios bruscos en la conducta escolar
- Llegar a la escuela y retirarse tarde
- Ausentismo escolar
- Conducta agresiva, destructiva
- Depresión crónica, retraimiento
- Conocimiento sexual y conducta inapropiados para la edad
- Conducta excesivamente sumisa
- Irritación, dolor o lesión en zona genital
- Temor al contacto físico.
Aún cuando no sean indicadores excluyentes de abuso sexual, la presencia de varios de ellos, es signo de que el niño necesita ayuda.
Con respecto al abuso sexual, hay algunos datos que es preciso tener en cuenta:
-La fuerza física está presente sólo en un pequeño porcentaje de los incidentes de abuso sexual a niños.
-La percepción del adulto como autoridad, vuelve al niño más vulnerable a ser amenazado, sobornado o inducido a obedecer órdenes.
-Los niños rara vez informan a alguien de lo que está ocurriendo por miedo y porque el abusador los induce a no contar nada.
-Muchas veces, los niños desean contarlo, pero no lo hacen por temor a que no se les crea o a ser castigados.
-Los niños no inventan historias acerca de su propio abuso sexual. Si se animan a decirlo, es preciso creerles.
-La edad promedio en que los niños son abusados sexualmente se ubica alrededor de los once años, pero es frecuente que niños de menos de tres años sean abusados.
-El típico abuso sexual hacia un niño, ocurre dentro de un largo período, ya que el ofensor abusa de su posición de poder.
El abuso emocional
El abuso emocional, es el más difícil de identificar y de probar. Insultos, amenazas, descalificaciones, castigos desproporcionados, cuando son la regla y no la excepción dentro de la relación padres – hijos, pueden provocar graves daños psicológicos en el niño. Si constantemente escucha que sus padres le dicen “Sos una porquería” o “Sos un inútil”, es probable que llegue a creerlo y actúe en consecuencia.
Algunos indicadores de abuso emocional pueden ser:
- Extrema falta de confianza en sí mismo.
- Exagerada necesidad de ganar o sobresalir
- Demandas excesivas de atención.
- Mucha agresividad o pasividad frente a otros niños.
Un niño puede estar gravemente dañado desde el punto de vista emocional y sin embargo no mostrar cicatrices exteriores. Puede estar sufriendo el efecto paralizante de sentirse despreciable, sin comprender ni poder explicar el porqué.
Los padres pueden abusar emocionalmente de sus hijos basados en buenas intenciones, como querer que sobresalgan en el colegio, en el deporte o en la vida social. A partir de esas buenas intenciones, puede presionarlos o avergonzarlos al punto de infringirles sufrimiento emocional crónico.
También pueden ejercer el abuso emocional de un modo pasivo, no brindando el afecto el apoyo y la valoración que todo niño necesita para crecer psicológicamente sano. Cuanto más temprana sea la conducta de abuso emocional activo o pasivo, mayores serán las consecuencias psíquicas en el niño.
El descuido, el abandono y la negligencia en el cuidado físico y psicológico de los niños son otras tantas formas que adopta el multifacético problema del maltrato infantil.
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