El acoso moral II







Si la persona afectada lo intuye y amenaza con dejarlo, comienza el discurso doble “deseo que la relación continúe” y “no puedo darte más por el momento”, la persona va perdiendo sus referentes y termina pensando “o me adapto o lo dejo”, se establece un juego sutil de acercamientos que hacen renacer las esperanzas. Después de todo las cosas no fueron siempre así, debe ser que la otra persona está mal, quizá pueda arreglarse.


Para establecer éste juego se empieza por lo que la terapeuta denomina “seducción perversa”. “Ejercer una influencia sobre alguien supone conducirlo, sin argumentar, a que decida o se comporte de modo diferente a como lo haría de una forma espontánea.(…) el proceso de influencia se elabora en función de su sensibilidad y de su vulnerabilidad. Y, esencialmente, se lleva a cabo mediante la seducción y la manipulación”.


La estrategia perversa no aspira a destruir al otro inmediatamente; prefiere someterlo poco a poco y mantenerlo a disposición. Lo importante es conservar el poder y controlar. Al principio las maniobras son anodinas, pero si la víctima se resiste, se vuelven cada vez más violentas. Si la víctima es demasiado dócil, el juego no resulta excitante. Tiene que ofrecer una resistencia suficiente para que al perverso le apetezca prolongar la relación, pero la resistencia no puede ser tampoco excesiva, porque entonces se sentiría amenazado…”
A mucha gente puede parecerle insustancial éste tipo de comportamientos, y es que , aisladamente todos tenemos momentos de crueldad o de sarcasmo.


Sólo se puede hablar de patología cuando existe una repetición constante y sistemática de determinadas actitudes destructivas.El paroxismo de éste tipo de narcisismo violento se da en los líderes sectarios.
Sin embargo en las parejas es posible encontrar miembros capaces de destruir moralmente a la otra persona.
Para esto se establece lo que la terapeuta denomina “Comunicación Perversa” y que paradójicamente trata de un juego de incomunicación sistemática, se trata por parte del agresor de crear defensas que impidan que la comunicación pueda ser efectiva.
Rechazar la comunicación directa: Por ejemplo, alguien cambia de actitud, y de un comportamiento cariñoso pasa a mostrarse hosco y distante. Limitándose simplemente a rechazar a su pareja. Sin reprochar nada, negándose a decirle que es lo que sucede.
Pero, ¿cómo se defiende uno si no sabe de qué se le acusa?. Es el equivalente de una condena sin juicio.


El otro empieza a hacer conjeturas, ¿qué le habré hecho?¿qué le pasará? ¿será por mí o por otra cosa?. Si se plantease un conflicto abierto cabría la posibilidad de discutir y encontrar soluciones conjuntas, pero como bien dice la autora “en el registro de la comunicación perversa, por encima de todo hay que impedir que el otro piense, comprenda o reaccione.
Rechazar el diálogo es una hábil manera de agravar el conflicto haciéndolo recaer completamente en el otro. A la víctima se le niega el derecho a ser oída. (..)El que rechaza el diálogo viene a decir, sin decirlo directamente con palabras, que el otro no le interesa, o incluso que no existe
.”
El lenguaje es un arma fundamental en los procesos perversos. Muchos de los perversos narcisistas se caracterizan por utilizar un tono frío y monocorde, sin expresiones afectivas, en éstas fases importa poco lo que se dice, sino “como” se dice. Descontextualizar las cosas es un arma muy efectiva..
Cuando crean una situación violenta una de sus estrategias es permanecer inmutables dejando que sea el otro el que cargue con la tensión , logrando desestabilizarlo para poder acusarle de histérico o exagerado. Los mensajes se hacen vagos e imprecisos generando confusión , para luego poder decir por ejemplo “yo nunca he dicho eso”.


Al no tener sus declaraciones una relación lógica puede sostener a la vez discursos opuestos. Hoy necesita “estabilidad”, mañana “variedad”, y si el discurso se analiza fríamente, no encaja, su única finalidad es producir confusión, las contradicciones son constantes y si son descubiertas se recurre a la negación descarada, pero los perversos están muy seguros de sí mismos, tanto que no dudan un ápice.
Los mensajes ambiguos son otro método. Señales que nunca serán aclaradas.
Una de las tácticas favoritas de los perversos consiste en afirmar cosas sobre los pensamientos del otro. Tú eres así, tu piensas esto y aquello y pensabas hacer esto otro.


Existen , también, métodos sutiles de descalificación, esto se consigue diciéndole y repitiéndole a alguien lo poco que vale hasta que se lo termine creyendo. “Al principio(…) esto se hace de un modo soterrado, en el registro de la comunicación no verbal: miradas despreciativas, suspiros exagerados, insinuaciones, alusiones desestabilizadoras o malévolas, observaciones desagradables, críticas indirectas que se ocultan detrás de una broma, y burlas”
Un ejemplo podría ser : No me cae bien tu amigo Pepe porque es un imbécil. (…) y en otro contexto distinto -”me recuerdas a Pepe(…)
Conclusión: tú eres como Pepe por tanto eres imbécil . Después se puede descalificar a los amigos de la pareja, a su familia, a las cosas que hace, de ésta manera, tarde o temprano el afectado comprenderá inconscientemente que el lazo de unión entre toda esa cantidad de personas y cosas despreciables es él mismo.
Se trata de cosas dichas en diferentes momentos del tiempo pero que a la larga logran perfectamente el cometido que persiguen.
Si bien es cierto que esto también puede deberse a impulsos esporádicos no siempre susceptibles de asociarse a actitudes agresivas. Tampoco se trata de estarlo desmenuzando todo, porque se puede caer en otra patología como la paranoia.
Simplemente se trata de estar alerta.
Otra expresión consiste en utilizar el sarcasmo, la burla y el desprecio: “El desprecio y la burla dominan la relación del perverso(…)Para mantenerse a flote, el perverso necesita hundir al otro. Para ello lo desestabiliza mediante leves toques que, a menudo, tienen lugar en presencia de terceros y describen asuntos anodinos -o íntimos-, pero con exageración y, a veces, con el apoyo de un aliado que forma parte del grupo.” Bueno, está bastante claro a qué se refiere la autora.


Discurso paradójico:


Éste apartado es muy interesante, se trata siempre de que la persona agredida dude de sus intuiciones, de sus pensamientos, de sus afectos, pero de una manera que evite el surgimiento de un conflicto abierto, se la tiene que atacar pero sin perderla.
Para esto hay un juego muy fácil, con las palabras se dice una cosa pero con las acciones se expresa otra totalmente distinta.


En la mayoría de los casos, los compañeros de los perversos terminan por aceptar el sentido literal de lo que les dicen al tiempo que niegan las señales no verbales contradictorias. “incluso en los casos de conflicto aparentemente declarado, el motivo real de la discordia no aparece nunca con claridad, pues la víctima es incapaz de orientarse al respecto. Siente que sus problemas están fuera de lugar y va acumulando cada vez más rencor. ¿Cómo nombrar vagas impresiones, intuiciones, sentimientos? No hay nunca nada concreto.”


De ésta manera se corta la comunicación impidiendo que la persona afectada sea consciente de su situación, por lo que le es imposible crear respuestas adecuadas. La persona así manipulada, a fin de lograr el equilibrio , rechaza todo lo que pueda crear un distanciamiento con su pareja, logrando una cierta estabilidad, aunque sea una estabilidad lograda a costa de la propia humillación.
Se trata de debilitar al otro para asentar un poder del que se tienen graves dudas. Se intenta dar la impresión de que se conocen muy bien las cosas: los necios no dudan, los perversos tampoco.

El Perverso arrastra a su interlocutor a su terreno, por ejemplo, en lugar de decir que no le gusta alguien, dice “X es un idiota, todo el mundo lo sabe, y tú ni siquiera lo sospechas”, al establecer una generalización se hace del discurso una especie de premisa universal.
Hay que distinguir la violencia perversa del abuso de poder o la tiranía, que es una manera de utilizar la fuerza para obtener el poder, en el abuso de poder el objetivo es simplemente dominar, pero en ésta situación el abuso es claro y puede ser observado y asumido por ambas partes, en un perverso la dominación, en cambio, se encuentra solapada.

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