La agresión activa




La agresión activa es la más evidente. Refleja siempre una obstinación por mantener algo que es insostenible y que solamente a través de la agresión que genera temor es posible reivindicar. Los agresores de esta naturaleza jamás admiten estar equivocados y, es más, cuanto más se les enfrenta, más irracionalmente defienden su posición.

Este tipo de provocación puede adoptar diversas formas, que van desde la más clara y contundente, que es la agresión física con consecuencias visibles a nivel corporal, sumada al desequilibrio emocional que se produce en la víctima de este tipo de maltrato.
Pero también puede haber formas enmascaradas de agresión activa, que tienen que ver con la violencia psicológica que se ejerce lenta pero permanentemente hasta lograr destruir la estructura psíquica de la víctima, que resiste hasta donde puede y como puede.
Finalmente, quedar+a anulado en estériles esfuerzos por hace frente a estos ataques sistemáticos al no poner en práctica estrategias que le permitan sobrevivir y rechazar esta forma detestable de comunicación humana.
Pero frecuentemente se dan ambos tipos de agresión, tanto física como la psicológica, en un proceso que va haciendo añicos la autoestima de la víctima, y por el contrario confiere al agresor un poder ilimitado, que utiliza cada vez con mayor saña, para someter al receptor de su malicioso proceder.
Para que se genere discusión se necesitan dos personas que sostengan opiniones diferentes, y que defiendan sus posiciones opuestas.

Esto habitualmente no sucede cuando existe un manipulador, ya que es común que la víctima no se defienda, otorgando de este modo un campo libre al agresor que éste conquista cada vez con mayor vigor, prosperando entonces su intención de dominio absoluto de todas las situaciones que puedan presentarse.
DE más está decir que nadie debe tolerar ningún tipo de agresión, sea ésta física o de orden psicológico. Seguramente hasta aquí estamos de acuerdo, Pero en la realidad que conocemos, este tipo de comunicación violenta se utiliza mucho más de lo que podemos imaginar.
La violencia ejercida sobre una persona en sus dos vertientes, tanto física como psicológica, provoca un estado de angustia y ansiedad ante la impotencia de afrontar adecuadamente esta agresión y, por encima de todo, de poder liberarse definitivamente de este tipo de sufrimiento inútil.

Walter Dresel

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