Somos parte y somos todo




Vivir con otra persona es muy difícil.
Vivir solo es imposible.


Una contradicción compleja y desconcertante atrapa a un gran número de mujeres y hombres. Muchos de ellos están en pareja. Otros muchos, no. Muchos viven con hijos, algunos con familiares. Otros viven solos. Una gran cantidad está disconforme con sus vínculos afectivos, aspira a otro tipo de vida sentimental, reniega de su pareja o padece por falta de ella.
Creo que las realidades son, esencialmente, subjetivas, porque ningún observador, es ajeno a lo que observa y toda percepción de los fenómenos es una percepción, la nuestra. Según sus diferentes vivencias y experiencias, muchas personas coinciden en que vivir con otra persona es muy difícil y vivir solo es imposible. Esta frase describe, pues, una realidad subjetiva. Y verdadera.
¿De dónde nace esta percepción tan frecuente? ¿Qué cosas son las que hacen que resulte tan complejo convivir?
¿Por qué es penoso vivir en soledad?
El poeta y metafísico inglés John Donne, escribió en el siglo XVII estas palabras memorables “Ningún hombre es una isla, la muerte de todo hombre me empequeñece, no preguntes por quién doblan las campanas, están doblando por ti”. Un contemporáneo nuestro, el psicoterapeuta jungiano y ex-sacerdote Thomas Moore dice: “Los vínculos son el lugar en donde el alma cimple su destino”. Y el filósofo Paul Tillic concluye: El amor es el impulso ontológico hacia la unión de lo separado. Cada una de estas frases son radios de una rueda en cuyo centro hay algo que parecer ser una certeza: existimos vinculados. Somos nuestros vínculos.
Cada persona es el hijo o la hija de alguien. En algunos casos, el hermano o la hermana de alguien. El amigo o la amiga de alguien. La pareja de alguien. El amante o la amante de alguien. El enemigo o enemiga de alguien. El deudor o la deudora, el acreedor o la acreedora, el proveedor o la proveedora, el discípulo o el maestro de alguien.
Fuimos, somos o seremos siempre en esa rica, compleja y misteriosa trama. Nos identificamos. Únicos, inéditos e irremplazables entre los seres con quienes convivimos, es decir, entre todos los seres.

Cada uno de nosotros es parte indivisible e indispensable del universo, de un universo vasto que nos trasciende.
Somos olas de un inmenso mar. Estrellas de una nebulosa infinita. Hojas de un árbol frondoso. Ladrillos de una casa imponente. Granos de la arena de un extenso desierto.
Somos parte de un todo. Y simultáneas y necesariamente somos, cada uno, un universo en sí, una galaxia compuesta por innumerables aspectos que nos integran y que relacionados entre sí, orbitando en nosotros, nos componen. Somos también un todo en sí. ... Cada nombre con el que nos llamamos designa un universo, un sistema en equilibrio inestable, que todo el tiempo se autorregula, que busca mantener o recuperar la armonía de su trayectoria con un único fin: asegurar su existencia.
La armonía del universo que somos es esencial para la armonía del universo del que formamos parte. Del modo en que mis aspectos interiores se vinculen entre sí, de la consonancia que hay entre ellos, dependerá buena parte de la dinámica de mis relaciones con otra u otras personas.
Como es dentro es fuera. Esto significa que cuanto más desafine mi música interior, más difícil resultará componer una melodía en conjunto con otra persona.
Cuando digo que cada uno de nosotros es un universo en sí mismo difiero de las definiciones y de los juicios monolíticos sobre las personas: Egoísta, generoso, miedoso, introvertido, tierno, inflexible, frío, romántico, soberbio.. A veces nos definimos como un epíteto, en ocasiones nos evalúan con una palabra, a menudo calificamos a los demás con un término. Sin embargo, no hay un adjetivo que englobe a un individuo.. Cada persona es una compleja y singular combinación de rasgos cuyo resultado, además de irrepetible, es distinto a la simple suma de sus partes. Cuando se produce un desequilibrio en ese cosmos interior y alguno de los planetas pretende – o logra colocarse en el centro apartando, desplazando u oscureciendo a los demás, es cuando tendemos a vernos o a mostrarnos bajo el color de un único cristal, de un único adjetivo. Tarde o temprano, con mayor o menor conciencia de ellos, ese desequilibrio generará una discordancia en nosotros mismos, nuestra interioridad será el escenario de un conflicto entre distintas partes de nosotros, en el que una desacreditará maltratará o marginará a otra, aunque jamás logrará eliminarla ni callarla para siempre. Es a batalla se manifestará como inquietud, ansiedad, disconformidad, desasosiego.
El modo en que se resuelva esta interacción interna entre mis aspectos diversos, la forma en que se escuchen o no, en que estén acordes o no, en que colaboren o se ignoren, la manera en que estas partes de mí, diferentes entre sí, resuelvan sus diferencias, generará un modelo para mis vínculos con el otro.
Creo que cuando entendemos los vínculos de este modo, algo ocurre con la percepción que tenemos de nuestro mundo interno y de su dinámica; se hace más fina, más sensible, más atenta, empezamos a adecuar, a educar y a potenciar nuestros recursos emocionales. Entonces, cuanto más claras y comprensibles son nuestras relaciones interiores (intrapersonales) más ricas y plásticas se hacen; algo similar ocurre en nuestras relaciones exteriores (interpersonales)
Quizás ahora se vea que ninguno de nuestros vínculos -de pareja, filiales, paternales o maternales, fraternales de amistad..- es una entera construcción de cada uno de nosotros ni pura responsabilidad de la otra. Se trata de fenómenos sinérgicos: dos energías distintas y vonvergentes de los universos diferentes y producen, al encontrarse, un resultado singular y original.
La sutileza, la profundidad, la composición, la mecánica de las relaciones tienen realmente poco o nada que ver con la magia o con la suerte. Son delicadas construcciones cuya sutil ingeniería sentimental requiere de nuestra atención, de nuestra receptividad, de nuestra conciencia, de nuestro compromiso emocional. Y antes que en el encuentro con un otro, eso nace en nuestro universo interior que, a su vez, es impensable sin el trascendente universo del que formo parte.
Soy todo y soy parte. No se puede concebir la arena sin cada grano, y cada grano es impensable e incomprensible sin el concepto arena. Por eso las campanas que oigo a lo lejos suenan por mí (Donne). Por eso mi alma sólo cumple su destino en el encuentro, al relacionarse (Moore). Por eso la fuerza centrípeta llama a las órbitas de los universos interiores, y a cada uno de nosotros como parte del universo infinito, a converger en el encuentro amoroso (Tillich). Al perder de vista esta perspectiva, al olvidar o ignorar que somos todo y parte, es cuando se hace difícil vivir con otro e imposible vivir solo. Vivir con otro es difícil, porque hay que armonizar las órbitas, tamaños, formas, texturas y proporciones diferentes. Cada uno tiene que asumirse como parte de un todo. Vivir solo es imposible, porque ningún grano de arena es la arena, ninguna ola es el mar, ninguna hija es el árbol y ningún ladrillo es la casa, aunque, como si fueran hologramas, en cada uno de ellos está el dibujo de la totalidad, complejos, ricos, únicos, el significado, el alcance, la dimensión de esa complejidad de esa riqueza y de esa singularidad sólo transcienden en el encuentro y la conjunción. No hay dos granos de arena iguales; no habría arena son cada uno de ellos; ellos no esxisitrían si no existiera la arena. Vivir es relacionarse. Relacionarse es vivir.
Dentro y fuera.
Vivir con otro es viable cuando se convierte en una experiencia de armonización de lo diverso. Y la primera y necesaria oportunidad de comprender y conciliar lo distinto se ofrece en la captación de nuestra propia diversidad, generadora de nuestra identidad.

1 comentario:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola. Largo post. Bueno, he mirado en mi blog cuales eran mis apetencias, para, pinchando en cada una de ellas, encontrar otros bloggeros/as, a quienes visitar. Resulta que, hace un par de años visitaba solamente unos cinco blogges. Pero, a día de hoy, solo me quedan 2, pues los demás cerraron y abandonaron sus respectivos blogs, o blogges, o como se diga. Resumiendo, he visto que, la apetencia: "pasear" resulta ser una apetencia casi universal en este mundo bloggero. Y voy a hacer una pequeña cata de blog, con afinidad de apetencias, para ver con cual me quedo, para seguir visitando de vez en cuando y hacer algún comentario, si sus dueños lo permiten.
Respecto a mi, tengo varios blogs públicos, mientras que otros que lo fueron, los convertí en privados al finiquitarlos. Solo eso, pasaba por aqui. Un saludo.