No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti



Somos seres interdependientes. Todos tenemos necesidades y deseos que los demás no pueden satisfacer. Hemos nacido solos y solos moriremos, pero durante el período de tiempo que dure nuestra vida en la tierra estaremos inmersos en una multitud de relaciones con otras personas. La regla de oro del Nuevo Testamento “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti- es otro principio que puede facilitarte el camino. El primer paso es decidir cómo quieres ser tratado. A casi todos nos gusta ser tratados en serio, con cariño y respeto; nos gusta poder pedir y dar ayuda a los demás cuando surja una necesidad; no sufrir de intolerancia y perjuicios sólo porque el color de la piel es distinto, porque no vestimos igual, porque somos minusválidos o por algún otro concepto mental.
¿Cómo quieres que te traten los demás? ¿Qué deseas en tus relaciones con los demás? ¿Quieres que sean justos contigo? ¿Amor, libertad? ¿Quieres que los demás sean responsables en los tratos que hacen contigo? ¿Cuánta honestidad y responsabilidad tiene tú hacia ellos? Si alguna vez crees que te han engañado ¿tratas de vengarte o manifiestas tus necesidades y perdonas?
Antes de poder vivir esa regla de oro, debes definirla por ti mismo. Debes decidir cuál será tu respuesta si los demás hacen algo que a ti te parece mal o te hace daño. ¿Les respondes del mismo modo? ¿O eres capaz de poner la otra mejilla y perdonar?
Nadie es perfecto; cometerás errores, y por consiguiente, harás daño a los demás. Si quieres pedir: perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden en tus oraciones, debes poner en práctica el perdón día a día. Y a veces es muy difícil. Requiere todos nuestros conocimientos como seres adultos y todo nuestro control. Por el contrario, cuando en nuestra vida arrastramos la venganza y el odio, nos hacemos más daño del que imaginamos.
Las personas maduras dejan a un lado el resentimiento y los sustituyen por amor y energía positiva. Recuerda que el perdón es para ti. Con él deshaces el resentimiento y de otros sentimientos negativos que te hacen daño y te impiden crecer.
En los estudios de comercio se enseña el sentido de la frase caveat emptor (por cuenta y riesgo del comprador) La responsabilidad recae en el comprador, quien se tiene que asegurar de ser tratado justamente, no en el vendedor de los bienes o servicios. La consecuencia es que todo vale: engañar, robar, mentir, con tal que no te cacen. Si engañas a alguien es siempre culpa de él, que fue demasiado ingenuo al confiar en ti.
Ya es hora de que en nuestras relaciones trascendamos esta forma de vivir estrecha y egoísta, tanto en el plano económico como en el personal. Erich Fromm en El Arte de Amar equipara la regla de oro de la sociedad occidental con la doctrina de la justicia social y económica. Ser justos significa no hacer trampas, engaños ni fraudes en el intercambio de bienes y servicios. Quizás ya es el momento de prestar atención a la forma en que conducimos nuestra vida social y nuestras relaciones comerciales con los demás, así como las relaciones personales.
Quizás es el momento de dejar de mirar por encima del hombro a los demás, esperando a que nos hagan algo malo. Si quieres ser tratado justamente, con respeto, sensibilidad, responsabilidad y amor, debes manifestar estas mismas cualidades y vivir de ese modo, ignorando las sanciones sociales. Es imposible ser cariñoso en casa y egoísta en el trabajo, esta regla de oro no debe de ser aplicada selectivamente.
Las personas maduras respetan todas sus relaciones. Debes crear una nueva forma de estar en el mundo, Esta forma te traerá paz y crecimiento, aunque los demás vivan todavía regidos por la ley de la selva. Para poder traer paz a este planeta, primero hemos de encontrar la paz dentro de nosotros. Ghandi dijo: “Los únicos demonios que existen, son los que merodean por nuestros corazones”. Los demonios que obstaculizan el crecimiento individual y la capacidad del ser humano para coexistir en paz, son nuestras emociones negativas que corroen violentamente de un lado a otro.
El odio, el racismo, la intolerancia y la ira son los grandes demonios que dividen a los países y conducen a los grupos sociales a las luchas de poder, a la violencia y a la guerra. Cuando estas emociones negativas se transforman en sentimientos positivos, seremos más sensibles a la crueldad y a las injusticias que nos rodean. Como individuos y como grupos y naciones, podemos cambiar la actitud de vivir a la defensiva por la compasión, el miedo por amor, la rabia por el compromiso y la parcialidad por la justicia.
Entonces y sólo entonces la regla de oro se convertirá en algo más que otro trillado mandamiento religioso. Se transformará en el compromiso de vivir en amor, contigo mismo y con los demás.
Cuando nos amemos los unos a los otros, todo será de oro.

2 comentarios:

Marisol dijo...

sí.... pero qué difícil a veces no devolver la bofetada o el comentario mal intencionado que te dedican gratuitamente!

AnnaMArnau dijo...

Hola Marisol,
Es dificil, pero caer en ello, es ponernos a la misma altura.
Marcar los límites eso si, pero no reaccionar antes las provocaciones es la mejor opción, no merece la pena gastar tiempo y energia en ello.
Un abrazo guapetona!!