Las defensas




Para compensar un pobre concepto personal la mayoría construimos defensa durante la niñez y continuamos usándolas de mayores para esconder y proteger a ese niño frágil y asustado que vive dentro de un cuerpo de adulto. Cuando los niños y los adultos se sienten sin valor alguno, avergonzados o indignos y los adultos se sienten sin valor alguno avergonzados o indignos de ser amados, desarrollan ciertas defensas a fin de ocultar tanto a sñi mismo como a los demás esos sentimientos tan dolorosos. Entre las actitudes más comunes de defensa están:

La negación
Es una forma de pretender que no pasa nada que nunca ha pasado nada negativo. Un modelo de negación que suele prolongarse durante toda la vida adulta es no admitir la responsabilidad por el daño causado a otros, o por dejarlos en la estacada.

Minimizar:
Es una forma de quitarle importancia al significado de las experiencias dolorosas del pasado o de culparse por lo que sucedido .El adulto que se dice a si mismo, algunas veces me dieron una bofetada, pero me la merecía, puede esta minimizando una infancia con abundantes palizas.

Represión:
En un método de enterrar un trauma pasado o reciente que está profundamente arraigado en nuestro interior y tiene como finalidad olvidar los acontecimientos dolorosos. El adulto espera que reprimiendo el dolor éste desaparezca, pero generalmente, tanto el dolor como la ira surgen en algún otro momento y casi siempre en forma inapropiada.

Racionalización:
Es una forma de excusar el autor de los abusos o de los malos tratos. Racionalizando pretendemos encontrar una respuesta cómoda a una situación incómoda.
Esto niega el dolor, pero no lo borra.

La proyección:
Esta defensa una ofensiva.
Proyecta sobre otro nuestro sentimiento de culpabilidad o vergüenza o atribuye a los demás algo que sólo nos pertenece a nosotros. El hecho de decir: Odio la forma en que John critica y encuentra siempre faltas en todo el mundo, tal vez diga mucho acerca del que habla, y no de John. A menudo, cuando no queremos reconocer nuestros propios errores, los proyectamos sobre los demás.

La identificación:
A veces nos identificamos con la persona que nos ha causado dolor. En los casos de abusos es común identificarse con el autor o tratar de excusarle. La persona que utiliza esta defensa, con el tiempo suele convertirse, también él, en autor de abusos y malos tratos.
Las defensas son formas que usamos para protegernos. Pueden ser necesarias para nuestra supervivencia mientras somos niños vulnerables, pero ya siendo adultos, son mecanismos psicológicos que nos mantienen distanciados del dolor, de los traumas y de la realidad de la experiencias que hemos vivido. Retrasan nuestra curación.
En la vida adulta las defensas no nos sirven para nada, porque interfieren en nuestra capacidad de acercarnos e intimar con los demás y de ser sinceros con los que nos rodean. Si nos mantenemos bloqueados y al margen de nuestros sentimientos, no podremos abrirnos a la auténtica compasión, a la intimidad y al amor. Cuando nos defendemos del dolor también lo hacemos del amor, y por consiguiente, vivimos una vida emocionalmente mutilada.

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