Relaciones tiránicas
Victimista, tiránica, manipuladora... son personalidades que se adoptan para conseguir el control de las relaciones desiguales. Desenmascararlas es el primer paso par apartarse de ellas.
Relaciones tiránicas
Cuando las relaciones están fundadas en la igualdad y la libertad es posible encontrar soluciones si nos sentimos maltratados.
Decinos "no" y elegimos otro camino, lo que significa cuidar de nosotoros, del otro, de la vida...
Por mucho prestigio que haya tenido el sufrimiento, el sacrificio o la resignación, a la vida no le hacen bien las relaciones que desvitalizan y hacen sufrir.
El problema viene cuando las personas no son libres o se definen como iguales en rango, aún siendo diferentes. Aquí brota la semilla inevitable del dolor.
si nos centramos en el maltratador que adopta la postura de tirano, depredador y desconsiderado descubrimos que, en su alarde de superioridad y autoritarismos- con el que busca asustar o humillar- se esconde su incapcidad para lograr el respeto que desea y que teme no conseguir de forma natural. Necesita imponerse porque no confia en sí mismo y no puede respetarse.
Probablemente, dentro de un tirano se esconde alguien que vive humillado y envilecido y decidió tomar la posición del fuerte para humillar y envilecer a los demás. El modelo de relación sufriente tirano- vasallo está teñida de miedo. Quizá todas las reslaciones destructivas vienen del miedo y de la falsa idea de que "yo soy mejor que tú".
La posición del tirano se aprendió de los primeros vínculos familiares. A veces permanece latente y despierta en los contextros que lo conscienten, como las clásicas situaciones profesionales de mando. O el tirano huele la carnaza de los que toman la posición de débiles y víctimas. Y es que las relaciones tienden a hacer sinapsis con sus opuestos. El fuerte busca al débil, el astuto al ingenuo, el sacrificado al gozador, el sádico al masoquista...
Sea como sea, resulta de gran ayuda respetar y mirar la dignidad del que ejerce de tirano-su- persona, no sus actos- y ver el miedo y la villanía que esconde. Al mismo tiempo, debemos sentir siempre nuestra propia dignidad y respeto para dejar claro que no toleraremos salidas de tono o desconsideraciones. Es casi una pruebla de inmunidad tener interiorizado que todos somos dignos " ni mejores ni peores" y no olvidarlo nunca.
Cuando tratamos con personas enfermas de poder, debemos apartarnos de su camino. Si se nos trata de contextos inevitables, nos mantendremos en nuestra posición interior de valor.
Joan Garriga-
Psicólogo y codirector del Institut Gestalt Barcelona.
Mente Sana
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