La destrucción insidiosa
Comienza de forma muy discreta: una broma de dudoso gusto, una cara de desagrado, unas palabras masculladas de manera que sugieran descalificación pero que den la posibilidad de decir que ha sido equívoco; algo que provoque dolor pero que, al mismo tiempo, no comprometa al agresor, que le deje siempre una puerta abierta para hacer creer al agredido que su intención no ha sido lastimar, que jamás haría cosa semejante porque ¡cómo va a causar daño a quien tanto quiere!
La víctima, que ansía creerle porque ha sido previamente seducida, acepta su error de interpretación, se disculpa, experimenta remordimientos por haber acusado injustamente a su agresor y se siente mal consigo misma; ridícula, susceptible y tonta, a la vez que elogia internamente la paciencia que con ella muestra el perverso.
A la víctima ni siquiera se le cruza por la cabeza la posibilidad de que el agresor esta haciendo todo lo que la desestabiliza con el deliberado propósito de destruirla. Desde un primer momento se echa la culpa a sí misma y, aunque piense “ parece que lo hace adrede” en el fondo opta por creer que es su error de percepción lo que le hace llegar a esa conclusión.
El agresor en mas de una ocasión se mostrará herido o injustamente censurado, y cualquier intento de indagación de la victima se transformará rápidamente en culpa. Esto da al agresor poder sobre ella ya que, con tal de hacerse perdonar hará cualquier cosa.
El agresor no acepta discusiones porque permitir un intercambio de palabras daría pie a que la confusión que vive la víctima pudiera aclararse. Esto, además redunda en su favor, ya que siempre es la maltratada quien pierde los nervios.
A medida que el tiempo transcurre, el clima que se crea en la relación es cada vez más tenso y el equilibrio de la víctima, más precario.
Llega un momento en que la violencia se hace más explicita y eso le permite empezar a sospechar de la mala fe del agresor, pero aún así éste seguirá por mucho tiempo tratándola de forma ambigua, dándole mensajes falsos, seduciéndola y machacándola, desplegando una gran variedad de técnicas que incomoda considerablemente la convivencia de la relación.
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