La complicidad de terceros




Este tipo de maltrato a menudo opera con la complicidad, consciente o inconsciente, de terceras personas. El agresor utilizará todos los elementos de que dispone para ponerla nerviosa, para hacerle perder la compostura delante de los amigos, invitados.. Que terminaran calificándola de histérica y a él de sufrido, paciente y buen compañero.
En muchas ocasiones el perverso se mostrará preocupado por la salud mental de su esposa, compañera; dirá que últimamente la ve demasiado nerviosa e irritable, que no sabe qué le está ocurriendo, que padece insomnio o que se muestra demasiado imapciente con los niños. Para reforzar en los demás la creencia de que no está bien de la cabeza, la incitará a tener estallidos emocionales cuando haya público. Esto lo hará poniendo en juego diversas tácticas que tienen en común el utilizar elementos que sólo él y la víctima conocen. Cuando ésta no pueda más y estalle, los demás no podrán comprenden qué es lo que ha sucedido.
El perverso tiene siempre una especial habilidad para enfrentar a unos con otros, para crear rivalidades o celos; para despertar en quienes le rodean las más oscuras emociones, y éstas son habilidades que suelen centrarse en la destrucción de su víctima. Es capaz de hacer sugerencias aparentemente inocentes que siembran la desconfianza y el odio entre los restantes miembros de la familia, compañeros de trabajo..Esta capacidad a menudo es utilizada para poner a los hijos o a los otros en contra de la víctima, para que se peleen entre sí.
La violencia perversa puede dar el paso a la violencia física cuando la víctima por fin comprende en qué extraña relación está metida y decide poner fin a los abusos del maltratador. A partir de ese momento, al perverso ya no le valen indirectas ni disimulos; para él deja de tener sentido la sutileza porque su juego ha sido descubierto. Eso no hará que abandone su labor destructiva sino que empiece con la fase de agresiones directas y brutales en la que tienen cabida amenazas de todo tipo y palizas. Desde su sentimiento de omnipotencia herida hará cualquier cosa con tal de seguir teniendo sobre la víctima ese dominio que empieza a escapársele de las manos.
La semana pasada estuvo a punto de pegarme y ahora sé que puede hacerlo en cualquier momento; todo es cuestión de tiempo.
La protagonista del testimonio tiene toda la razón al decir que el empleo de la violencia física es sólo cuestión de tiempo. El agresor no la considera una persona solo un objeto de su propiedad, difícilmente permita que se aleje, que le abandone y hará lo que sea con tal de impedirlo.
Pero a partir de esa conciencia de la situación, de haberse dado de que no está loca ni es la que ha provocado los conflictos en la pareja, ella podrá tomar decisiones y buscar la manera de escapar de él

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