Cómo reconocer la violencia perversa



Las formas que adopta este maltrato son múltiples y resulta imposible enumerarlas o reconocerlas a todas, Dependen, en gran medida de los puntos débiles de la víctima.
Es importante insistir que la violencia perversa es una destrucción insidiosa y constante, que no da tregua a la víctima y que se prolonga a lo largo del tiempo. Una agresión aislada no puede calificarse de tal y no dejará las mismas secuelas, pero el ejercicio continuado de este tipo de violencia paraliza primero a quien la sufre y, posteriormente, le provoca un desequilibrio psicológico que, en ocasiones, lleva al suicidio.
Reconocer la violencia perversa no es nada fácil, por un lado, el maltratador suele ser una persona particularmente seductora, con gran capacidad de convicción, con un encanto especial y un actor consumado. Su misma frialdad a la hora de manipular las diferentes situaciones le facilitan el control de sus propias emociones, con lo cual es difícil que pierda los nervios y se ponga en evidencia, tanto ante la víctima como ante terceros. Esto solo ocurre una vez ha sido descubierto, aunque negará vehementemente todas aquellas cosas de las que se pudiera acusar.
Toda persona que pase años de depresión, que en presencia de su cónyuge se sienta especialmente ansiosa, temerosa o enfadada, que tuviera la sensación de que algo no va bien pero se sintiera incapaz de ver qué es lo que sucede, tal vez debería plantearse la posibilidad de estar siendo objeto de una agresión de este tipo.
Entre las conductas propias del perverso pueden citarse:
- Utiliza defectos, temores o cualquier tema que resulte doloroso a la víctima para humillarla. Lo más probable es que primero lo haga en privado, como broma, pero seguramente luego ejerza esta conducta en público para que la burla sea generalizada. De esta manera, si la víctima reacciona ante la agresión, podrá acusarla delante de los demás de carecer de sentido del humor, de histérica o de ser demasiado susceptible.
- Sus críticas jamás son concretas sino manipulativas “Nos sirves para nada” Si sigues así tendremos que separarnos. Los niños no son felices por tu culpa” No suelen aceptar las disculpas, más bien insiste en que no sirve pedir perdón, que antes de hacer las cosas hay que pensarlas.
- Si la víctima promete volver hacer una cosas, por tonta que ésta sea, y la hace, el abusador no la acusa de ser inconsecuente o de no cumplir con su palabra sino de mentirosa.
- Insultan o hacen descalificaciones en voz lo suficientemente baja para que la víctima oiga lo suficiente como para entenderlo pero con absoluta claridad, Cuando le pide explicaciones, le asegura que ha entendido mal, que no han dicho tal cosa.
- Al principio no hacen ataques directos, no levantan la voz ni entran en polémica. No aceptan disculpas, más bien se muestran dolidos u ofendidos. De este modo niegan a la víctima la posibilidad de reparar lo que acepta que ha sido su error, a la vez que provocan en ella mucha ansiedad ante la idea de que la relación pueda terminarse.
- Su objetivo directo es poner nerviosa a la persona a la que maltrata. Se siente satisfecho cuando la ve estallar, perder los nervios. Eso le da una intensa sensación de poder.
- Arman situaciones en las cuales la víctima aparece como responsable. Si, por ejemplo, es aprensiva, poco antes de la hora que han quedado en encontrarse con unos amigos le dice que ha observado que su hijo tiene mala cara. Ante ello, lo más probable es que ella se niegue a salir. Más tarde le echará en cara el ser hipocondríaca, le demostrará que el niño está perfectamente y que él sólo dijo que le veía mala cara pensando en el cansancio del pequeño o alguna ambigüedad parecida.
- Las respuestas que dan a menudo están fuera de contexto a fin de confundir. El maltratador puede decir, frente a una comida que ha hecho su mujer, que está salada. Por su tono, ella sabrá que esto le disgusta: lo vivirá como un reproche. Pero si otro comensal le pregunta abiertamente ¿no te gusta? ¡A mí me parece que está estupendo! El perverso corregirá inmediatamente: Yo no he dicho que no me guste, he dicho que tenía mucha sal porque hay gente a la que le gusta la comida más bien sosa” En el caso de que esa persona no saliera en su defensa, que no le obligara a declarar que la comida le gusta, la víctima quedaría con la idea de que ha hecho las cosas mal y de que ha sido puesta en evidencia ante todos los invitados.
- No deja pensar, tiende a enredarse en teorías complicadas, a mezclar unos temas con otros de manera que su víctima le resulte muy difícil hilar un discurso coherente sobre todo a la hora de dejar en calor quién es el responsable de algún problema. El caso es confundirla. Los mensajes contradictorios son comunes, se refiere indirectamente a la realidad, a veces a través de ejemplos mal basados gracias a los cuales parece tener la razón. El perverso es, en este sentido muy hábil.
- Utiliza la duda constante, no se compromete en nada. Esto le sirve para que, llegado el caso, pueda contradecirse sin problemas o echar la culpa a otros por haber entendido mal.
- Suele provocar los celos de la víctima y no necesariamente siendo infiel sino, más bien, dado pistas falsas que apunten en ese sentido. También puede elogiar abiertamente a personas que compitan activamente con la víctima dándoles la razón aunque no la tuvieran en lugar de apoyar claramente a su pareja. Coquetea con otras personas, se muestra marcadamente amable y simpático con los demás, dándoles un tratamiento agradable que niega a quien maltrata. Con estos juegos, le demuestra desprecio, la humilla y también la confunde ya que cuando las personas a las que halagó no están presentes, habla muy mal de ellas.
- Puede hacer cumplidos a la víctima delante de terceros, pero utilizando un tono y unas palabras en las que sólo ella, que le conoce, puede detectar amenaza.
- Es habitual que se maneje con sobreentendidos, que no diga claramente qué es lo que quiere o lo que le gusta para poder así acusar a su víctima de no dárselo o hacer lo contrario.
- Para sentirse superior, pede utilizar un lenguaje técnico y complicado con el fin de que su pareja no comprenda y tenga que pedir posteriores explicaciones.
- Cuando logra que la persona a la que maltrata se sienta particularmente ansiosa o tensa, baja notablemente el tono de su voz en las charlas con el fin de que tenga que hacer grandes esfuerzos para oír y comprender qué dice. Bajo ese estado de tensión y ansiedad, la víctima se siente agotada y si ya resulta difícil concentrarse, le cuesta aún más ciando tiene que prestar suma atención para poder oír lo que su acosador le dice. A mayor agotamiento, mayor tensión, menor comprensión y mayor miedo. Se establece un círculo vicioso en el que su angustia y nerviosismo se disparan. Con este estado emocional incontrolable es muy probable que, en cualquier momento, estalle un ataque de gritos o llanto.
- Justicia siempre lo que hace, utilizando para ello mentiras: si te hago daño es por tu bien” “creí que era eso lo qué querías”.
- Obliga a las víctimas a disimular ante los demás. Es frecuente que ésta, al recibir sus agresiones encubiertas, haga ver que lo tomo como broma para no crear un clima de tensión que involucre a todos los presentes. Es decir, el maltratador, en cierta manera, termina convirtiéndola en cómplice de su propia destrucción.
- Ataca a los hijos, amigos como agresión indirecta a la victima y la culpa y la hace responsable a ella.

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