Seducción


La Adulación
Ahora ya lo sabemos, una de las estratégias para seducirnos és la adulación.
¡Qué bien nos hace sentir ese compañero o ese jefe que nos dice que somos imprescindibles!
Y de esa manera, no nos damos cuenta que para seguir recibiendo dicha adulación, cedemos lo que es propio, toleramos lo intolerable, disculpamos la culpa; con tal de que dicha persona no se enfade con nosotros y perdamos su simpatía (adulación).
Algunas veces , la agresión es tan evidente que ni la propia víctima puede seguir autoengañándose y puede iniciar un proceso de defensa y afrontamiento de la manipulación.
Después de haber sido acosados por esa persona, dificilmente, vamos a caer de nuevo en las patrañas de su engaño. Y nos sentimos seguros porque hemos podido darle nombre y defendernos.
Lástima, pues aunque pueda parecer que ya lo vemos claro, eso no es toda la realidad.
Si nos engancharon con la adulación, ya sea directamente o a través de la pena; otros también podrán hacerlo.
Esa es una lección , que si no se aprende , uno está condenado a seguir repitiéndola.
Ah! ¿creéis que despertarnos la pena , la compasión , no es adulación?. Veamos, cuando nos conmueve la “debilidad” o la desgracia de alguien y esa persona nos hace creer que somos, los únicos, capaces de ayudarla, nos está adulando. Ser el único protector nos da una sensación de poder desmedido.
El seductor “pobre de mi” utiliza a sabiendas la pena, a propósito engaña y hace creer que solamente tú puedes defenderlo de esa persona concreta que le quiere perjudicar, cuando en realidad te está usando para que le limpies el camino de estorbos , y sin darte cuenta te ves seducido por un “pobre-de-mi” , y totalmente manipulado , te enfrentas a todos por esa persona y cuando ha conseguido su objetivo , y ya no le eres útil, actúa como todos los seductores perversos: se olvida que existes.
Y no se te ocurra pedirle cuentas, o querer mantener esa relación en la que el manipulador ya no puede obtener ningún provecho; se sacará la máscara y verás su lado cruel, a veces con furia desatada, pero lo más a menudo es que notes la violencia fría de una persona muy envidiosa.
Y la imagen de desvalimiento, que hasta la fecha era su carta de presentación, se desvanece.
Para mi, lo que de verdad cuenta,de todo eso, es aprender de ello para protegernos y no volver a ser tan susceptibles a la adulación. El cómo conseguirlo, va a requerir una toma de decisión individual.
Opino que la susceptibilidad a la adulación está motivada por un principio de rectitud que , a menudo, tiene la persona acosada y que le hace ser parca en dar y recibir halagos.
Y eso és utilizado por alguien que nos quiere manipular.
En unas relaciones donde el dar y recibir halagos fuera lo habitual, lo corriente, hecho con honestidad y sin ningún interés oscuro en ello; haría que el trabajo del manipulador ,de llevarnos a su campo, fuera más dificil.
Algo así como: que el intercambio de halagos sinceros nos protegiera de aquellos que utilizan el halago para encadenarnos.

Tipos de seductores:

El seductor universal
Su mayor cualidad es, en apariencia, mostrarse siempre amable y cercano aunque, a veces, no está exento de expresarse con cierta ironía. Su manera de vestir, de ser, pasa desapercibida. Transmite una sensación de haberse integrado en el cosmos cuando todavía no estaba inventado, y eso le proporciona un aura enigmática que constituye su principal magnetismo. Siempre estará atento a cuanto opinan los demás, interviniendo, a veces, en las conversaciones con una mezcla de comprensión y distancia, como si las cosas no fueran demasiado con él.
A la hora de mostrar proximidad, su actividad resulta lo suficientemente prudente como que cualquiera quiera saber cuáles son los resortes que le mueven a comportarse con esa fuerza misteriosa, capaz de irradiar, en igual medida, ternura e inteligencia. Se habla de él con cariño, respeto y mucha admiración.

La/el que da pena
La mujer o el hombre que juega a sentirse desprotegida/o y necesitada/o de ternura suele tener un gran atractivo entre los hombres/mujeres que, inmediatamente, se prestan a realizarse como machos protectores o como hembras protectoras. Estas mujeres/hombres suelen ser tan falsas como peligrosas. Mostrarán la misma actitud con cualquier hombre/mujer y, además, ensalzarán su ego hasta encontrar la ocasión de hundirlo/a con la misma pasión que lo/a alzaron. Son mujeres o hombres tremendamente inseguras e imprevisibles. El hombre/mujer que les da cobijo corre el peligro de engancharse en una dinámica en la que no diferenciará la verdad de la mentira, la sumisión del capricho irracional. Además, se caracterizan por no ser nunca conscientes del daño que pueden hacer.

Los peligros de la seducción
Peligros. Aunque éstos forman parte de los atractivos, más intensos que tiene la seducción, a veces nos pueden jugar una mala pasada.

El Seductor Irreprimible
Cuando el seductor/a tiene una relación con una persona y no puede reprimir el deseo de seducir a otra, suele acabar teniendo problemas. Este tipo de seductor irreprimible ejerce sobre su pareja habitual una atracción que, con frecuencia, alcanza lo enfermizo, hasta convertirse muchas veces en algo más que ver con el poder de dominar al otro que con la seducción que algún día cautivó a la persona que termina con la convicción de estar siendo engañada. Cuando nos va bien con alguien no es en absoluto recomendable encomendarse a nuevas conquistas. No es lo mismo que en una pareja haya un punto de misterio capaz de incentivar el amor, que convertir la relación en un infierno donde la sospecha del engaño está presente cada día.

El Seductor Psicópata
Psicopatías. Ciertas personas viven la seducción como una ficción en la que, generalmente, el seductor es otro. Se entregan con tal pasión a este devaneo que hablarán de las conquistas del otro como si fueran suyas, enriqueciéndolas, llegado el caso, hasta convertirlas en algo tan difícil de creer para los otros como para él mismo. Estos personajes llegan fácilmente a un estado esquizoide que, al final, deriva en paranoia. Lo que contado a otros les resulta increíble y hasta estupendo, se vuelve contra ellos, produciéndoles una insoportable ansiedad que termina con graves perturbaciones sexuales.
Otra psicopatía, demasiado frecuente, afecta a los seductores que se resisten a envejecer con naturalidad. Se comportarán como seres fuera de lugar, haciendo muchas veces el ridículo, sin entender que el verdadero seductor no tiene edad, ni físico envidiable, y sí una sólida personalidad.

M. Parés

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