El tiempo de las conductas


¿Cómo se transforma un paradigma? ¿Cómo se cambian creencias profundamente enraizadas, tan profundamente como para hacernos confundir un mandato cultural con una ley natural? De acuerdo con mi experiencia, ese cambio es más viable y sustentable cuando comienza por las actitudes, por las acciones, por las conductas. Así se han impuesto y consolidado los paradigmas vigentes. No a través de discursos, ni de lecturas, sino de hechos cotidianos, perceptibles. Podemos pasar siglos describiendo, denunciando y explicando el modelo machista y sus consecuencias, podemos convocar foros, publicar libros, filmar películas, producir videos, organizar mesas redondas. Los asistentes estarán de acuerdo. Ya ha ocurrido. Y seguimos viviendo en el mismo mundo, bajo los mismos mandatos, acaso maquillados. No es que todo lo anterior no sirva. Contribuye. En un momento inicial es necesario hablar, denunciar, escribir. Así empieza el camino. Pero si de veras ansiamos un cambio, en un momento de la marcha esto deberá ser apenas el complemento, no el plato fuerte. Habrá llegado el tiempo de las conductas. O nada cambiará y terminaremos diciendo escépticos, como alguna vez lo hizo James Joyce: "Si no podemos cambiar de país, cambiemos de conversación".
¿Qué son conductas? La respuesta a esta pregunta puede abrir un abanico sorprendente. Veamos cuándo y cómo, de qué maneras reales y accesibles, un hombre cambia una conducta y, por lo tanto, ayuda a la transformación de un paradigma:
Un hombre que tiene prioridad y tiempo para atender a sus hijos, para preguntarles y escuchar, para compartir experiencias con ellos, que participa activamente de la crianza de esos hijos, aunque eso signifique postergar un ascenso profesional o resignar un ingreso, cambia de conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que se niega a morir o a matar en una guerra y afronta las consecuencias de esa decisión, cambia una conducta, ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que, en cualquier actividad (ya fuere comercial, política, deportiva, militar, económica, organizacional, investigativa, científica, tecnológica, cultural o sanitaria) se niega a cumplir órdenes o mandatos inmorales, fuera de ética, corruptos, que dañen a otros, a cualquier ser vivo o al medio ambiente, aunque esa negativa tenga consecuencias económicas o curriculares, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que respeta las leyes y las normas, aunque le obstaculicen el camino o se lo alarguen, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que se niega a que la corporación que lo contrata pretenda comprarle la vida con el salario y que hace respetar sus horarios, sus ideas, sus necesidades y sus espacios personales, cambia una conducta y transforma un paradigma.
Un hombre que cuando siente que ama dice "Te amo", y traduce su amor en actos y no cree que eso lo convierte en un sometido, cambia una conducta y a ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que reconoce cuándo no puede, o cuándo no sabe o cuándo ha sido vencido en buena ley, así fuere en los negocios, como en el deporte, en el amor o en la política, y que no prepara su revancha como primer objetivo, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que actúa en política y no vende sus sueños, sus utopías o su proyecto para un bien común, aunque eso signifique tener menos poder, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que no se vanagloria de victorias deportivas obtenidas a cualquier precio (trampas, violencia, doping, influencias de poderes externos, soborno), que no acepta esos precios y que los denuncia, cambia una conducta y transforma un paradigma.
Un hombre que ve en las mujeres algo más que una vagina, un par de pechos o un par de piernas que sostienen unas nalgas turgentes, un hombre que respeta lo diferente de lo femenino y se interesa por conocerlo y honrarlo, un hombre que para ser fuerte no necesita una mujer débil, que para ser sexualmente activo no necesita una mujer sexualmente inerte, que para ser tierno no necesita que su mujer sufra, que para valorizar su modo de ver el mundo no necesita descalificar el de la mujer que está con él, un hombre que pueda escuchar a la mujer sin interrumpir y sin verse obligado a dar respuestas y soluciones, un hombre que se atreve a mostrar a su mujer sus capacidades e incapacidades, su inteligencia y su estupidez, su fuerza y sus flaquezas, su capacidad sanadora y sus heridas, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que acompaña el crecimiento de sus hijos y les transmite confianza y admiración, sin desvalorizarlos cuando ellos se equivocan en la búsqueda o no se amoldan a la expectativa de él, que incluso los autoriza a equivocarse, que los guía con límites firmes y afectuosos y que les garantiza con actos el carácter incondicional de su amor, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que elige a su mujer y que, mientras las razones profundas de esa elección sigan vigentes, la honra siéndole fiel y confiando a su vez en ella, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que se autoriza a cambiar su vocación cuando una voz interior se lo pide, que se permite ganar menos y disfrutar más, que puede verse desnudo, sin el traje de su oficio y profesión, y disfruta de lo que ve, que no posterga sus prioridades espirituales y emocionales en nombre de la exigencia productiva, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que no arma su identidad según el juicio, el gusto y la opinión de los otros (en especial cuando los otros son personas atadas al paradigma machista), sino que se permite seguir sus gustos y atender sus necesidades, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que renuncia a actividades depredadoras como la caza, el tiro, la tala indiscriminada, la modificación injustificada de paisajes, la construcción destructiva y contaminante, y que se propone respetar todas las formas de vida existentes, cambia la conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre respeta límites de velocidad, que no sale a la calle a imponerse, que no usa su auto como un arma, que aprende a ir más lento aunque llegue más tarde, que no cambia su coche frecuentemente sólo para demostrar su poder, y para disimular sus inseguridades, que se priva, de esa manera, de contribuir al consumo estéril, derrochador y contaminante, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que se preocupa por su salud y le da un espacio no marginal en su espectro de ocupaciones, para que de ese modo no sean otros (su familia, la sociedad) los que tengan que cargar con las consecuencias, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que se niega a ser manipulado por quienes le generan falsas necesidades, lo incitan a la competencia fatua, o pretenden seducirlo con ilusiones de poder o identidad, y se niega a rendirse ante el consumismo obsceno, descarado, depredador y contaminador de la sociedad contemporánea, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que abre espacio en su vida para las exploraciones, las preguntas, las búsquedas y las experiencias espirituales (no necesariamente religiosas), cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que, en su vocabulario y conversaciones de todos los días, se niega explícitamente a usar palabras como matar, robar, joder (a otros), usar (a otro), coimear o zafar (entre otras afines) y que se propone concientemente incluir términos como amor, amar, ayudar, pedir, comprender, perdonar, escuchar, aceptar, acariciar o esperar, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que se preocupa menos por la economía y la tecnología y más por la mitología, puede conocer la cantidad de dioses fabulosos que habitan en cada varón, las enormes riquezas y potencialidades físicas, emocionales, psíquicas y espirituales que éstos representan, la enorme pobreza interior que sobreviene cuando esos dioses están dormidos o ignorados y la energía creativa que transmiten cuando se los despierta y convoca. Un hombre que, sólo o con otros hombres, se propone descubrir los dioses y mitos que lo habitan y los conecta con su vida cotidiana, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que aprende a jugar para divertirse y confraternizar, para intercambiar el estimulante sudor del esfuerzo compartido, que deja de hacer de cada juego (fútbol, tenis, básquet, hockey, etc.) un campo de batalla, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que admite sus límites, que se detiene en donde éstos comienzan y que da lo mejor de sí antes de alcanzarlos, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que compite para superarse en primer lugar a sí mismo, antes que para batir, imponerse o humillar a otro, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que hace de otro hombre su confidente espiritual y su apoyo emocional, que aprende a escuchar el corazón de otro varón sin cuestionarlo, sólo recibiéndolo, y que aprende a abrir el suyo y a depositarlo en las manos de otro varón, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que rechaza explícitamente (de palabra y en actos) la conducta o el discurso machista de otros hombres, así éstos sean sus amigos, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que vive de acuerdo con los valores que predica en lugar de predicar valores que no ejerce, un hombre que traduce su amor en hechos concretos de amor, su honestidad en hechos concretos de honestidad, su sinceridad en hechos concretos de sinceridad, su austeridad en hechos concretos de austeridad, su compasión en hechos concretos de compasión, su solidaridad en hechos concretos de solidaridad, su aceptación en hechos concretos de aceptación, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.
Un hombre que puede poner límites sin ser violento, un hombre que (ante su mujer, sus hijos, sus amigos, sus hermanos, sus subordinados, sus superiores o ante los desconocidos) puede ser firme y suave, claro y confiable, emprendedor y receptivo, cambia una conducta y ayuda a transformar un paradigma.



Sergio Sinay

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