Abrirse a la prosperidad
Disfrutar de una vida próspera es uno de los deseos más humanos que existen. Y sin embargo, ponemos barreras a la properidad al confundirla con palabras como éxito, dinero o ambición. Pero desear grandes cosas para uno mismo y para los demás no tiene nada de vergonzoso. La verdadera abundancia no está reñida con los valores; ser próspero es usar las propias capacidades para abrirse a lo mejor de la vida.
Imaginemos un bosque de bambú. Un frondoso bosque que filtra la luz del sol de la forma más delicada, que ofrece alimento y excelente material para la construcción; que cuando sopla el viento, se inclina y, en vez de quebrarse, emite una música seductora.
Podríamos decir que el bambú es una planta próspera. Pero si nos paseáramos por ese mismo campo de bambú tan sólo seis semanas antes del momento imaginado, seguramente no diríamos lo mismo.
En su libro Un viajero heroico hacia la abundancia y la properidad, Ana Blesa comenta una particularidad acerca del crecimiento de la planta de bambú. Al parecer una vez sembrada la semilla de bambú, es necesario abonarla y regarla diariamente. Sin embargo, durante largo periodo de tiempo no ocurre nada; de hecho no ocurre nada durante siete años. Sólo después de siete años de cuidado nace un brote que, en sólo seis semanas crecerá más de treinta metros.
¿que ocurre aquí? ¿El bambú despierta de pronto? No, lo cierto es que ha estado creciendo todo el tiempo. Sólo que durante los primeros siete años ha estado desarrollando las intrincadas y profundas raíces sin las caules no podría luego soportar su propia altura. Segurmente, si alguien pasara por un campo de bambú al cabo de cuatro años de la siembra, pensaría: Estas semillas no han tenido éxito" Y tendrían razón, no han tenido éxito porque no han dado- aún- resultados.
Pero el granjero sabría, que bajo tierra, las semillas prosperan y se preparan para grandes cosas. Es esete crecimiento en profundidad, menos espectacular, el que nos permitirá sostener luego todo lo que deseemos construir en nuestra vida.
La prosperidad como proceso
La prosperidad se define como el curso favorable de las cosas. Vale la pena notar que se dice "curso" y no resultado. La idea de prosperidad remite a un proceso, a algo que se encuentra siempre en movimiento, fluyendo hacia adelante, justamente como el curso de un río o como el lento pero fértil proceso de crecimiento de la planta de bambú.
¿Significa que debemos tomar una actitud pasiva ante la vida? ¿Dejar de perseguir nuestros deseos? Algunos maestros Zen quizá responderían "Si" Dado que el malestar proviene de los deseos insatisfechos y dado que es imposible satisfacerlos del todo, la única salida consiste en abunarlos. Recorrer este camino lleva mucho tiempo y un entrenamiento riguroso. Algunos maestros orientales parecen haberlo conseguido, pero creo que, en general, no es un enfoque demasiado adecuado para nuestra vida cotidiana.
Yo diría que debemos redefinir el concepto de prosperidad: alguien próspero es quien se mueve hacia adelante, en la direción en que apuntan sus deseos. Alguien próspero no se fuerza a conformarse con poco, no se avergüenza por querer más, pero tampoco enloquece intentando que las cosas sean tal como las soñaba. Y es alguien dispuesto a poner de sí para conseguir ese avance, no espera que el mundo ni los otros hagan el trabajo por él. Sabe que debe sembrar si luego piensa recoger la cosecha.
Que no se trata de llegar, sino de fluir.
Demián Bucay-
Médico y terapeuta gestáltico.
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