El inicio de una vida mejor requiere una nueva actitud que nos permita percibir con mayor optimismo lo que nos rodea. Nuestros especialistas nos epxlican qué podemos hacer para conseguirlo.
Nuevas relaciones:
Solemos creer que somos seres independientes, que tenemos libertad para elegir nuestras reaciones. Pero, con frecuencia, olvidamos, que pretenecemos y vivimos inmersos en estructuras más amplias y que eso tiene una gran influencia sobre nosotros. Formamos parte de una familia, de un grupo de amigos, de un equipo de trabajo, de una pareja... Todas estas relaciones definen nuestra realidad y, para transformarla, a menudo es preciso generar un cambio a nivel relacional.
Los cambios individuales suelen resultar más fáciles que aquellos que implican a más de una persona. Rápidamente surgen argumentos como: "Yo estoy dispuesto a cambiar, pero el otro no" o "Es imposible que el grupo varíe su forma de funcionar". En realidad, estas aseveraciones suponen maneras de frenar nuestra propia capacidad para cambiar, dado que cualquier tipo de transformación puede empezar por uno mismo.
De hecho, si individualmente cambiamos, nuestras relaciones también lo harán. Es un principio que se halla en cualquier sistema: al mover la pieza se produce una reacción en cadena que involucran a las restantes. Del mismo modo, al modificar una relación, también se producen cambios personales.
Lo primero a tener en cuenta es que vivimos, tanto en el plano individual como grupal, en una transformación constante. "Todo cambia, nada es", según la máxima de Heráclito. Y en ocasiones, las dificultades aparecen cuando nos resistimos de un modo u otro a la novedad.
Cuando se trata de introducir cambios en la relación, resulta útil disponer de una visión global que incluya a las personas involucaradas y los movimientos que se establecen entre ellas.
Si se comparte esta visión y, por poner un ejemplo, ambos cónyuges reconocen que la lucha define su forma de relacionarse, pueden empezar a dejar a un lado las diferentes armas y defensas que utilizan, Tal y como decía Paul Watzalawick, uno de los representantes de la terapia familiar sistémica, " no nos enfretamos con la realidad en sí sino con nuestra intrepretación particular de la realidad".
Y es que en cualquier relación es posible construir una lectura diferente de una misma situación que permita transformar la manera en que cada persona se siente y actúa.
Cristina Llagostera
Psicóloga especializada en psicología analítica y terapia familiar sistémica.
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