De la soledad al amor




Obsesionarnos por encontrar pareja puede producir justo el efecto contrario y, además, sumirnos en el sufrimiento, sanar el pasado y conectar con lo que nos gratifica nos ayudará a encontrar nuestra fuente de amor interna y abrirnos al futuro.

Vivir sin pareja por un tiempo, o durante toda la vida, es una estado que cuesta sobrellevar y que, normalmente, no suele elegirse como una opción definitiva. Sin embargo, si sabemos adoptar una actitud positiva y confiada, los periodos sin pareja son una valiosa oportunidad para hacernos amigos de nosotros mismos y alcanzar un conocimiento más profundo.
En este tránsito, podemos apoyarnos en nuestros puntos fuertes y, a la vez, descubrir y curar los débiles. Cuando estamos en pareja, nuestros puntos vulnerables son menos notorios pues solemos hacer responsable al otro de lo que nos sucede. De hecho, muchas separaciones se retrasan o no se concretan por miedo a quedar desnudos frente a nuestras propias trabas, sin poder responsabilizar a nadie más. Quedar solos, especialmente si no lo hemos elegido, es una situación que puede lastimar nuestra estima pero al mismo tiempo, es la mejor ocasión para fortalecer nuestras debilidades.

Volver a empezar
Encontrarnos con esos fallos, no tiene que desanimarnos. Puede que no nos guste lo que vemos cuando revisamos nuestro pasado, pero si abandonamos el reproche, comprenderemos que lo sucedido no fue por negligencia o impericia, simplemente la vida fue tejiendo su trama y nos movimos por ella lo mejor que supimos.
Hoy sentiremos que tenemos la oportunidad de crear un nuevo tejido. DE aquí en adelante, este poder lo conservaremos siempre, aunque no seamos conscientes de ello.
No podemos cambiar el pasado, pero sí dejar atrás esos puntos fallidos hechos de conductas y emociones que nos perjudicaban. Para tejer este nuevo presente no necesitamos cambiar, es decir convertirnos en otra persona o encontrar la conducta mágica que soluciones todos nuestros problemas.
Se trata, en gran medida, de tomarnos el trabajo de movernos hacia lo que nos proporciona alegría y satisfacción, hacia aquello que en significativo para nosotros.

Buscar lo significativo
Tenemos que evitar caer en la queja, ya sea hacia nosotros mismos, hacia los demás o hacia las circunstancias. El reproche nos estanca en una batalla perdida de antemano. Nada puede hacerse con el pasado, salvo aceptarlo y darlo por concluido.
Tenemos el potencial suficiente para convertirnos en los arquitectos de nuestra vida y, en algún momento, alguien llegará a ella. ¡Qué vida encontraría el recién llegado? ¿Somos la persona que nos gustaría que el otro encontrase? Sería muy triste contestar a estas preguntas pensando en esa otra persona,m como si fuera una estrategia, una trampa para conseguir a nuestra presa. Así, nos volveríamos cazadores de pareja. Incluso podríamos caer en un búsqueda obsesiva.
Obviamente, esto no suele dar resultado porque nadie quiere ser cazado. Así, solo nos cerramos al amor. Creemos estar abiertos porque buscamos pero, en realidad, transitamos por un callejón sin salida.
El amor es una flor que se cultiva y, mientras tanto, hay mucho terreno por preparar para que la semilla crezca. Necesitamos descubrir y desarrollar nuestra capacidad de amar. Hemos de saber si somos capaces y hasta qué punto, de amarnos a nosotros mismos y, también, de amar a los demás. Cuando nos sentimos infelices porque no nos aman, buscamos a un proveedor de ese sentimiento como quien busca una posesión más. Pero, en realidad, la felicidad reside en poder conectarnos con nuestra propia fuente de amor, nuestra capacidad de dar y de apreciar cada detalle de la vida.


Silvia Salinas
Mente- Sana

No hay comentarios: