Mujeres más sabias con la edad

Las crisis relacionadas con el paso del tiempo suelen tener dos orígenes distintos. Por un lado, si hemos gozado mucho de ciertos aspectos de la juventud, puede que nos neguemos a aceptar el paso del tiempo y que las cosas ahora serán distintas. O, al contrario, si hemos dejado muchos deseos pendientes, tal vez pensemos que es demasiado tarde para realizarlos.
En el primer caso, debemos interiorizar que cada edad está cargada de motivaciones de las que se puede disfrutar plenamente. Si nos quedamos atrapadas en el pasado pensando que ya no habrá nada mejor, no solo no disfrutamos- porque a los cincuenta es imposible vivir algo diseñado para los treinta- sino que tampoco reparamos en todas las cosas maravillosas que se pueden vivir a los cincuenta, a los sesenta… y hasta el último día de nuestra vida. Para que esto no pase, necesitamos cambiar la mirada, corregir el sentido de nuestra vida.
Por otra parte, en el segundo caso, sería bueno pensar que ya no es tiempo de llevar a cabo algunas de las cosas que se dejaron pendientes. En cambio, hay muchas otras que sí se pueden concretar, basta con despojarnos de los convencionalismos sociales. Si lo hacemos, comprobaremos que no son tantos los proyectos que no se pueden realizar.
Sea como fuere, es importante no perder de vista que hay muchas cosas que solo se pueden disfrutar en la vejez, la edad de la sabiduría. En realidad, la sabiduría no es la instrucción, no es la cultura ni el conocimiento. La sabiduría resulta de capitalizar y aprender de nuestras vivencias y, para ello, es imprescindible tener muchos años vividos.
Evidentemente, no todos los ancianos son sabios, pero sí estoy convencida de que cuando nos hallamos ante la sabiduría, también nos encontramos ante la vejez. Pero una vejez a la que se llega con la cesta llena, y no vacía. De una vida vividas y no sobrellevada. Una vejez aceptada en plenitud y con satisfacción por lo vivido; la edad
Dorada en la que todo nuestro tiempo nos pertenece.

Julia Atanasopulo