Las tres amigas


La luna se columpiaba en el cielo, sola, tranquila, serena. Era feliz en su casa azul llena de estrellas que, de vez en cuando, le hacían cosquillas. Cuando se aburría, mientras esperaba que el Sol ocupara su lugar, miraba a la Tierra y solo veía un desierto inmenso, bellísimo pero sin vida, lo que aumentaba su melancolía, pues, aunque era feliz sola, echaba de menos una amiga.
Desde hacía ya mucho tiempo, había algo que la atraía: por unos minutos, antes de que el Sol se adueñara de todo, aparecía una luz suave, serena como ella. Ese resplandor la cautivó y la Luna quiso saber quién era. Se enteró por las estrellas de que esa fugaz luz se llamaba Aurora y, una mañana antes de marcharse a dormir, se decidió a hablarle.
La Aurora le confesó que ella también la admiraba: tan grande, tan brillante, tan misteriosa.. Y así, se hicieron amigas. Aunque solo podían permanecer juntas poco tiempo, lo aprovechavan y hablaban de sus cosas antes de seguir cada una con su misión.
Un día la Luna le habló a la Aurora de o magnífico que era el desierto que contemplaba todas las noches, pero vacío y esteril.
La Aurora no le quitó la razón, pero le contó que, en el viaje por la Tierra que hacía todos los ameneceres para bañarla de luz, había conocido algo espectacular, magnífico,inmenso, poderoso. Lo mismo si estaba en calma como embravecido, era ser verdaderamente apasionante y digno de conocer a fondo, pues era generoso con los hombres, servía de hogar a muchos seres vivos y sabía mil historias maravillosas. Para la Aurora, era como su hermana: llevaban juntas millones de años y, cuando se veían, se hablaban y se acariciaban con un amor verdadero, como solo existe entre aquellos que no se exigen nada.
Tanto le habló la Aurora de su hermana que la Luna tuvo la imperiosa necesidad de conocerla. Una noche, siguiendo las instrucciones de la Aurora, la Luna fue al encuentro de esa fuerza atrayente, dio una vuelta por la Tierra y, por fin, la encontró. Cuando la vió, se quedó maravillada. Nunca había visto nada tan hermoso, tan bello... pero ¿qué es lo que pasaba? Cuando la miraba se veía reflejada como en un espejo...Finalmente, la Mar le hablo:
Hola, tú eres la Luna ¿no? La Aurora me ha estado hablando mucho de ti. Ya era hora que nos conociéramos, pues desde tiempos remotos has sido tú, sin saberlo quien ha guiado mi existencia.
La Luna se quedó pasmada ¿Cómo alguien que ella admiraba tanto podía decir aquello? La Luna le contesto.
Hola, Mar. A mi también me ha hablado mucho la Aurora de ti, tanto que he llegado a quererte sin conocerte; es como si te conociera desde el principio de los tiempos; te admiro tanto que me veo reflejada en tí y espero que siempre estemos juntas...
Así hablaron horas y horas, hasta que las sorprendió la Aurora, que, cuando las vio juntas y felices, se alegró de que se hubieran hecho amigas. Y así se prometieron eterna amistad. La Luna, al estar más cerca del cielo, les prometió protección; la Aurora, su luz maravillosa para alumbrar el camino, y la Mar, su poder y la promesa de servirles de espejo y de guía en los momentos tristes.
Y esta es la historia de las tres amigas que un día se encontraron y nunca se separaron. Y aunque algun día veamos a la Mar enfadada y agitada y a la Luna melancólica y triste, siempre acudirán a su cita con la Aurora, que las consolará con su luz y su amor, promesa de un nuevo amanecer.

Enamorá de la vida, aunque a veces duela. Lamari y Aurora Rodriguez
Editorial La Esfera de los Libros

1 comentario:

Jose dijo...

Que presioso escrito! Gracies Anna M